Señor Director:

Muy interesante la reciente columna de Cristián Warnken. En tiempos en que hoy convivimos con un exceso de información, solo alcanzamos a oír ruido. Warnken se pregunta qué podemos hacer para recuperar ese silencio de las cosas: cómo volvemos a contemplar objetos aparentemente insignificantes. Y menciona la pintura o la poesía como ejemplos.

En mi caso, encuentro ese silencio en actividades simples: mirar las estrellas y la luna con binoculares; salir de trekking por los cerros; andar en bicicleta; trotar por parques, calles o lugares poco transitados; detenerme a observar un queltehue, deleitarme con el vuelo de una gaviota; sentarme a mirar el lento desplazamiento de los caracoles en la noche o pasear cada día con mi perro. En resumen, sentir y vivir la naturaleza, y estar solo conmigo mismo.

En cambio, acumular información, volvernos adictos a las redes sociales, consumir sin límite o vivir únicamente para lo material solo nos aleja de ese silencio tan necesario y fantástico.

Lo más sorprendente es que acceder a ese silencio no cuesta nada: es completamente gratis.

Ariel Meller Rosenblut