Aunque la lista de nombres que finalmente compitan en primera vuelta no se conozca con certeza, la carrera presidencial ya comenzó. Más allá de lo que ocurra en las primarias, o los nombres que vayan a primera vuelta sin someterse a ellas, lo cierto es que el panorama político está en modo presidencial, y continuará así por el resto del año.

Una multitud de factores conspira en contra de las opciones del oficialismo para triunfar en los comicios presidenciales de fin de año: el estrepitoso rechazo que sufriera la propuesta constitucional que con mucho entusiasmo el Gobierno y las principales figuras del sector respaldaron; la posterior necesidad de corregir el rumbo de su programa original, al constatar la falta de sintonía que este tenía con la ciudadanía; el virtual estancamiento económico del que el país no logra salir; y los diversos escándalos que han protagonizado miembros de la alianza de gobierno, entre otros, como el caso Convenios, la inexplicable reacción gubernamental al enterarse de una denuncia contra el subsecretario Monsalve, y las fallidas compras de la clínica Sierra Bella y de la casa de Allende. Hay en estos sucesos innumerables ejemplos de falta de probidad, prolijidad, experiencia y pericia en muchas de sus tareas.

Así las cosas, se abre un escenario auspicioso para la oposición. Pero, ¿cuál oposición? Dos de los tres partidos de Chile Vamos (RN y la UDI) proclamaron a Evelyn Matthei, y el tercero, Evópoli, ha puesto a sus técnicos y centro de estudios a trabajar en su programa y campaña. Sin embargo, el Partido Republicano (PRep) decidió que su candidato, José Antonio Kast, irá a la primera vuelta, y Johannes Kaiser, tras su alza en las encuestas, también está pensando en ir directamente a primera vuelta. Eso, sin contar a otros eventuales candidatos que también forman parte hoy de la oposición.

Esa dispersión está acompañada, además, de una diversidad de estilos políticos para hacer planteamientos a la ciudadanía, y naturalmente de ideas y énfasis diferentes para abordar algunas materias, a pesar de las coincidencias que puedan tener en relación con la economía de mercado como asignador de recursos y generador de bienes y servicios, y la centralidad que tiene el respeto a la autonomía de las personas en una amplia gama de actividades para todos ellos.

Evelyn Matthei, quien tiene los equipos técnicos más asentados y es la política con más experiencia del grupo, enfrenta el eterno dilema de quien lidera las encuestas con tanta anticipación: no correr el riesgo de que algún traspié en sus apariciones públicas le haga perder esa ventaja, lo que tiene, como contrapartida, el permitir a sus contendores correr esos riesgos, pues tienen menos que perder. De paso, su candidatura se convierte también en el centro de los ataques de las otras campañas, incluidas las del oficialismo. Algo de ello se ha visto en las últimas semanas, sobre todo en las redes sociales, pero con el paso de los meses las embestidas y descalificaciones naturalmente se intensificarán. Hasta ahora la campaña de Matthei no ha necesitado estar presente con fuerza en las redes —el ser alcaldesa le garantizaba una altísima visibilidad y protagonismo—, pero esta situación seguramente cambiará en el período que se viene.

Con todo, el éxito de Matthei se jugará en si su candidatura logra o no cristalizar y transmitir el carácter épico que está involucrado en esta elección: cambiar el rumbo seguido por el país durante los últimos años, particularmente en materia económica, en seguridad y, en general, en la gestión pública.

En busca de esos objetivos debe ser capaz de privilegiar la unidad de toda la oposición —en el pasado ha dado muestras de compromiso con su sector, al estar dispuesta a asumir una candidatura presidencial que nadie quería para enfrentar a Bachelet en 2013, y apoyar leal y desinteresadamente a Kast en la segunda vuelta contra Boric, a pesar de sus conocidas diferencias—, y encabezar un proyecto convocante que haga sentido a una gran mayoría. Lograr una combinación entre la seriedad técnica de las políticas públicas con que abordará la coyuntura, con una visión de largo plazo del país con que ella sueña, que inspire a la población y la aleje del atractivo de las ofertas populistas, es el desafío que enfrenta.