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Cartas
Miércoles 02 de octubre de 2024
La visión de un descendiente libanés
Señor Director:
Mi padre, nacido en Byblosme, explicaría su visión acerca de la difícil situación de Líbano, considerando los eventos históricos que nos han traído al presente.
La Guerra de los Seis Días, en 1967, dejó a miles de palestinos desplazados, y mientras países vecinos como Jordania los expulsaban en el llamado “Septiembre Negro” de 1970, Líbano, el único país cristiano de mayoría maronita en la región, los recibió y acogió, en un acto de solidaridad y humanidad. Sin embargo, los refugiados palestinos nunca se acostumbraron a la realidad de un país que los acogía, contribuyendo a tensiones internas.
Líbano, conocido como la “Perla del Medio Oriente” no solo por su belleza natural, sino también por la armonía entre drusos, armenios, musulmanes y cristianos, mantenía un delicado equilibrio entre sus comunidades. Este equilibrio se vio comprometido por el crecimiento demográfico musulmán descontrolado y por una visión radical del Corán, de la facción chiita, que veía a los no musulmanes como infieles a derrotar. Esta situación contribuyó al estallido de la guerra civil en 1975, que destrozó el sistema de poder compartido establecido en la Constitución, según el cual se alternaban un presidente cristiano y un primer ministro musulmán, y viceversa, en busca de un balance de poder.
Siria intervino con el pretexto de pacificar el conflicto, pero su presencia solo añadió más dificultades, profundizando las divisiones y aumentando la violencia. En medio de este caos surgió Hezbolá, originalmente como una fuerza de resistencia, de orientación chiita, pero que luego se transformó en un grupo armado con el apoyo de Irán y cuyo poder y control sobre el Estado libanés han llevado a que Líbano pierda su soberanía. Hoy, Hezbolá actúa como un Estado dentro del Estado, tomando decisiones en nombre del país sin el consentimiento de su pueblo.
Los actuales bombardeos de Israel sobre Líbano son consecuencia directa de las acciones de Hezbolá, pero, una vez más, son los ciudadanos libaneses los que sufren las consecuencias. Es fundamental que Líbano recupere su independencia y vuelva a ser ese país donde la diversidad y la convivencia armoniosa sean nuevamente posibles.
Miled Gassibe