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Editorial
Martes 01 de octubre de 2024
Lineamientos presupuestarios
Es difícil advertir correspondencia entre el entusiasmo gubernamental y la realidad que cotidianamente percibe la ciudadanía.
Los principales lineamientos del proyecto de Ley de Presupuestos 2025 presentó el domingo el Presidente Gabriel Boric. Los antecedentes son todavía muy generales, y en los próximos días se irán pormenorizando los detalles de las distintas partidas, al tiempo que el Informe de Finanzas Públicas —el que debería darse a conocer hoy— resultará clarificador respecto del marco macroeconómico en que ocurrirá la discusión. Con todo, el discurso ofreció una primera aproximación que amerita ser analizada.
En este sentido, llamó la atención el tono más bien autocomplaciente que caracterizó la intervención presidencial, abundante en la enumeración de lo que el Ejecutivo estima como sus logros. Si bien es legítimo que una administración reivindique su obra, la ausencia de autocríticas en un momento en que el país enfrenta severos problemas en distintos ámbitos daña inevitablemente la credibilidad del mensaje, al no advertir la ciudadanía una correspondencia entre su realidad cotidiana y el entusiasmo gubernamental. Tal efecto se acentúa al haber manifestado el Presidente que este presupuesto profundiza los esfuerzos que el Gobierno ha realizado desde un inicio en materia de seguridad y crecimiento, ambos, objetivos virtualmente ignorados en el programa oficialista y respecto de los cuales, en cualquier caso, los resultados han sido claramente insatisfactorios. Con todo, los dos temas son ahora mencionados como ejes del presupuesto. Así, en materia de seguridad, se anuncia la destinación de más recursos para las policías y para el cuidado de las fronteras. Poco, sin embargo, se menciona respecto de la gestión, posiblemente el principal escollo para enfrentar los graves problemas que en este ámbito aquejan al país, cual si la simple destinación de recursos fuere en sí misma una solución.
Del mismo modo, y respecto de la economía, llama la atención el énfasis en el impacto directo que el presupuesto tendría sobre la vida de las personas y sus familias. Sabido resulta a estas alturas que la lógica de que sea a través del gasto público como se empuja la actividad no encuentra asidero en la práctica, más allá de algunos programas que pudiesen apuntalar las transferencias directas y el crecimiento en el corto plazo. No hubo, por el contrario, expresiones que denotaran genuina convicción en cuanto a incentivar con fuerza la inversión privada, motor del crecimiento. En este sentido, las referencias al desarrollo de proyectos de inversión en recursos naturales en sectores muy específicos demuestran una falta de sintonía con lo que son las causas del desarrollo. A su vez, pretender reivindicar un supuesto éxito económico a partir de las muy bajas tasas de crecimiento observadas parece un reflejo de aquello.
En cuanto a las cuentas fiscales, el Presidente manifestó que el crecimiento del gasto sería de un 2,7% respecto del presupuesto 2024. La comparación relevante, sin embargo, es aquella referida al gasto que efectivamente se proyecta para este año, considerando la subejecución y los ajustes a la baja que han debido hacerse como consecuencia de haber sobreestimado los ingresos fiscales; por ello, algunos especialistas han proyectado un incremento de sobre el 4% en términos efectivos. El Gobierno ha enfatizado que el proyecto se ancla en el compromiso —adquirido a comienzos de la administración— de tener un déficit estructural de 1,1% del PIB para este presupuesto, y de 0,3% para 2026. Así, y como la trayectoria de los ingresos estructurales no es observable, los supuestos sobre crecimiento y recaudación de la nueva ley de cumplimiento tributario representan la mayor fuente de incertidumbre para la concreción de la trayectoria planteada.