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Cartas
Jueves 05 de septiembre de 2024
Gestación subrogada
Señor Director:
En relación con la respuesta de Sofía Salas (lunes) al reportaje del domingo sobre Olivia Maurel, la mujer nacida por gestación subrogada, hay varios aspectos que deben ser destacados.
En primer lugar, la Dra. Salas desestima la experiencia vivida por Maurel, con estudios realizados en Inglaterra. No obstante, Estados Unidos y Australia cuentan, por su parte, con amplias investigaciones que demuestran los efectos negativos de haber nacido por un vientre de alquiler. No es evidencia empírica que pueda ser soslayada.
Además, al argumentar en favor de la gestación subrogada porque permite la existencia de personas como Olivia, la Dra. Salas olvida que, como bien afirma Jürgen Habermas, la relación que hay entre los hijos y los padres se debe al don de la vida. Se la distorsiona cuando se vuelve fruto de una transacción en la que se reduce la autonomía de su nacimiento a un simple contrato que cosifica por completo su relación filial.
Por otro lado, cuando un bebé nace por medio de un vientre de alquiler se subordina su dolor —el de la separación de su madre— a los deseos de los padres que lo han mandado gestar. Tampoco es baladí diseñar la existencia de una persona sobre el deseo de ser padre a toda costa.
En segundo lugar, por más que las mujeres contratadas para ser gestantes reciban una “gran suma de dinero”, eso no significa que sus motivaciones no se deban, en su mayoría, a que necesitan sustento económico para mantenerse ellas mismas o a sus familias. La maternidad subrogada es un síntoma más de la precariedad económica que afecta en mayor medida a las mujeres. Su peor solución consiste en la alienación de sus cuerpos, obligados a ser utilizados como objetos a cambio de dinero.
En tercer lugar, aludir a la subrogación “altruista” al interior de las familias (por ejemplo, madres que gestan al hijo de una hija) como caso de éxito, borra por completo las decenas de historias donde familias se han roto por disputas legales. Es por ello que la simple legalización no resuelve ni los problemas psicológicos ni biológicos de la situación.
Cecilia Gallardo Macip
Estudiante de Doctorado en Filosofía en la U. de los Andes y miembro de la Declaración de Casablanca