Semanas de protestas estudiantiles culminaron con la caída del gobierno de Sheikh Hasina, la ex primera ministra de Bangladesh, que había ganado en enero unas cuestionadas elecciones para un cuarto mandato. A instancias de los universitarios, el Presidente y los militares, muy influyentes en el país, designaron al economista y premio Nobel Mohammed Yunus como interino. Se espera que llame a elecciones después de poner en orden el país, restablecer la ley y la seguridad, y “limpiar” las instituciones en manos del partido Liga Awami, de Hasina.

Bangladesh, un aliado de India que coquetea con China y tiene buenas relaciones comerciales con Occidente, ha tenido una historia agitada. Tras la independencia de Pakistán, en 1971, ha visto emerger y caer varios gobiernos. Hasina dio estabilidad por 15 años, a costa de mano dura. Así, la tarea de Yunus es enorme, porque, además de estabilizar la situación política, deberá preocuparse de los problemas económicos, que no son pocos. Un país de 173 millones de habitantes que, a pesar de haber triplicado su ingreso per cápita en 10 años y haber sacado a 25 millones de la pobreza en dos décadas, enfrenta un decaimiento desde la pandemia y un alto desempleo juvenil, tema que dio origen a las manifestaciones por un mayor acceso a puestos públicos, pero que terminaron pidiendo la salida de Hasina. El 30% de esos empleos estaba asegurado para los descendientes de veteranos de la independencia, cercanos a la Liga Awami; otro porcentaje era para varios grupos protegidos, lo que dejaba solo el 44% para egresados universitarios, quienes aspiran a incorporarse al servicio público y son reacios a trabajar en el productivo pero exigente sector del vestuario, principal exportación.

Yunus, de 84 años, conocido como el “banquero de los pobres”, por el diseño de un sistema de microcréditos a solicitantes que no pueden acceder a las instituciones tradicionales, era un opositor tenaz de Hasina y estaba procesado en 190 causas judiciales que él asegura eran motivadas políticamente. Como primer ministro interino, ha dicho que “hará realidad el sueño de los estudiantes”, quienes ya consiguieron que el nuevo gabinete incluya a dos líderes de las protestas, y presionaron en la calle para obligar a renunciar a seis jueces de la Corte Suprema, el gobernador del Banco Central y otros personeros ligados a Hasina, a los que acusan de corrupción. Además, Yunus ha dicho que cada ministerio tendrá representantes universitarios, porque “la revolución fue hecha por los estudiantes”.

Se espera que Yunus abra el camino para democratizar el país. Entre las prioridades está, obviamente, realizar elecciones, pero no se ha hablado de fechas, esperando antes hacer una reforma política que abra el abanico de partidos. Según el asesor jurídico del gabinete, el gobierno “se quedará el tiempo necesario, tratando de satisfacer el deseo de la gente”. Qué forma y contenido tomará, está por verse, pero algunos temen que adquiera más poder el Partido Nacionalista de Bangladesh, opositor a Hasina, apuntado por permitir la emergencia de grupos islamistas extremos cuando gobernó entre 2001 y 2006. Yunus deberá equilibrar las expectativas de apertura evitando que los sectores radicales se tomen el proceso de esta “segunda independencia”, como la ha llamado.