El Mercurio.com - Blogs : Otra renuncia en la DC
Editorial
Lunes 12 de agosto de 2024
Otra renuncia en la DC
Durante una década, el falangismo ha seguido una ruta de progresiva autodestrucción.
La reciente renuncia del abogado y exministro del Tribunal Constitucional Jorge Correa Sutil a la Democracia Cristiana es un signo más del proceso de decadencia en que aparece sumida esa colectividad. Si bien, con la dimisión, el nombre de Correa se agrega a una larga lista de personeros que en la última década han emigrado, y en ese sentido no tiene mayor novedad, las razones que la detonaron (el malestar de militar en un partido que pacta con el PC chileno en los mismos momentos en que este último apoya al régimen de Nicolás Maduro) vuelven a poner en evidencia cómo, hace diez años, cuando por primera vez se alió con el Partido Comunista, el falangismo inició una ruta de progresiva autodestrucción.
Y es que ese paso significó una inmensa paradoja y una negación de la propia historia de la DC, que desde sus orígenes se había planteado como una alternativa al comunismo. No es casual que, al recuperar el país la democracia, Patricio Aylwin y los líderes de la centroizquierda descartaran de plano la posibilidad de alianzas con aquellos que no reconocían los principios democráticos o legitimaban los regímenes dictatoriales. Ello fue una de las bases que dieron estabilidad a los gobiernos concertacionistas y solo empezó a horadarse en la primera administración de la Presidenta Bachelet, quien instó a un pacto electoral que permitió en 2009 al PC volver a tener representantes en el Congreso, y luego, al impulsar la Nueva Mayoría en 2013, lo hizo parte de la coalición que dio sustento a su segundo gobierno. Aunque el timonel DC de la época, Ignacio Walker, dijo alguna vez “no haber leído el programa” de dicha administración, pese a participar en ella, la experiencia tuvo consecuencias definitivas para un partido cuyos votantes se fueron progresivamente alejando. Luego, los esfuerzos por recuperar un perfil centrista fueron dinamitados por las conductas de buena parte de sus parlamentarios en los días del estallido, con posiciones prácticamente indistinguibles de la izquierda más radical. Ello alcanzó un punto cúlmine en 2021, al respaldar el proyecto constitucional de la Convención, que generó el último y más masivo éxodo de dirigentes históricos, dando origen a dos nuevos partidos políticos, Demócratas y Amarillos.
Hoy, pese a reivindicar una posición independiente del Gobierno e intentar volver a enarbolar banderas de moderación, la DC aparece apostando su supervivencia al entendimiento con el oficialismo. Buscando evitar demasiadas pérdidas en la elección municipal —el principal bastión de poder que le va quedando son los gobiernos locales y algunas gobernaciones—, ha suscrito un acuerdo electoral que la compromete a apoyar a los candidatos comunistas a las alcaldías. Con ello, sus declaraciones de condena al régimen de Maduro se quedan solo en las palabras, una impotencia que deja aún más en evidencia su problema estructural: haber dilapidado su propia identidad.