La visita del Presidente Lula, concretada a principios de esta semana, vino a reforzar una consolidada relación y estrecha amistad entre Chile y Brasil, presente, sin interrupciones, en sucesivos gobiernos y en momentos conflictivos, durante casi dos siglos, desde que el Barón de Río Branco, padre de la diplomacia brasileña, calificara en el siglo XIX las relaciones con Chile como “sin límites”. Aunque insuficientemente conocida, decisiva fue, por ejemplo, la intervención de Brasil para establecer la mediación papal, solución exitosa de graves desencuentros con Argentina, a fines de la década de 1970 y comienzos de la de 1980, un hito de la diplomacia chileno-trasandina.

Destacable es el intercambio económico con Brasil, que sigue ofreciendo amplios espacios para nuevas iniciativas que deberían tender a equilibrar el comercio bilateral, considerando el importante desequilibrio actual, en que las exportaciones brasileñas más que duplican las nacionales, excesivamente concentradas en producciones mineras y salmones. Brasil, además de ser uno de los principales socios comerciales de Chile, es el destino preferido para nuestras inversiones directas en el exterior.

La apretada agenda de la visita de Estado del Presidente Lula contempló reuniones con los presidentes del Senado, la Cámara de Diputados y la Corte Suprema, así como también con el Foro Empresarial Chile-Brasil. A estos encuentros se sumó la suscripción de veinte acuerdos de cooperación en diversos temas, como salud, seguridad, comercio, ciencias y turismo, entre otros.

La extensa y pormenorizada declaración conjunta de los presidentes evidencia la densidad de los lazos, instancias y oportunidades de cooperación en las más variadas áreas de la relación bilateral.

Brasil, siendo la única nación latinoamericana calificada entre las potencias mundiales, octava economía del mundo, séptima en población, quinta en extensión territorial, y bajo el potente liderazgo de Lula, está llamado a defender enérgicamente, en las relaciones internacionales, la libertad y la democracia, valores compartidos por toda Sudamérica, con excepción de Venezuela.

Es lamentable que en la mencionada declaración conjunta de los presidentes Boric y Lula, coincidentes en la superior valoración de los derechos humanos y la democracia, no se incluyera una posición firme y compartida frente a la trágica situación de Venezuela provocada por el régimen de Nicolás Maduro y su ignominioso fraude electoral, omisión especialmente extraña considerando que en el texto referido se mencionaron varias coincidencias en materia de política exterior.