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Cartas
Jueves 01 de agosto de 2024
Nobleza obliga
Señor Director:
En estos días Venezuela ha centrado la preocupación de todos los demócratas.
Nos ha recordado la jornada histórica del 5 de octubre de 1988, con que se inició el tránsito ordenado y en paz a nuestra democracia.
Ver a los venezolanos en largas filas para votar y recordar a nuestros apoderados del No, que de madrugada se acercaban con sus carpetas y velas a los lugares de votación, junto con escuchar a los líderes de la oposición venezolana convocar a un proceso pacífico, tal cual lo hicimos en nuestro país. Luego, constatar la demora sospechosa en la entrega de resultados por parte de la dictadura de la patria de Bolívar, seguida de su burdo y patético fraude, que ha contestado la eficiente organización de los demócratas en la recolección de las actas electorales que defienden el respeto a la voluntad popular y que arrinconan pacíficamente al desprestigiado régimen.
Ver a miles de venezolanos en las plazas de Chile haciendo gala de nuestro “asilo contra la opresión”, reivindicando la recuperación de su democracia, nos une con emoción a su esperanza libertaria y, por ello, sentimos como propio el desarrollo de los acontecimientos.
Estos días amargos han permitido revalorizar lo que nuestro país y nuestra ciudadanía construyeron. Procesos en los cuales personeros de la derecha democrática y de al menos una de las ramas de las FF.AA. manifestaron una oportuna opinión en la noche del 5 de octubre, lo que también influyó en el reconocimiento de la victoria democrática.
Hoy, la reacción conteste de nuestras instituciones ante tan escandalosa violación de las más elementales garantías de una democracia, a partir de la rápida y clara reacción del Presidente de la República, del ministro de Relaciones Exteriores, de la Mesa del Senado y de la Cámara de Diputados, de los distintos partidos políticos de gobierno, de oposición y de centro, me han hecho pensar en la fuerza de nuestra experiencia histórica y de la profunda convicción democrática de los chilenos.
La pequeña excepción a esta voluntad comunitaria no merece mayor comentario, pues siempre existen algunos que se quedan en la vereda de la historia y que se doblegan ante el efímero poder.
Sí, en estos días he sentido un profundo orgullo de mi país, de sus autoridades y representantes.
Gutenberg Martínez Ocamica