Pasadas las horas de asombro tras el atropello electoral del Partido Laborista a los conservadores en el Reino Unido vale preguntarse qué le depara el futuro a la izquierda británica. Después de catorce años en la oposición, el gobierno liderado por Sir Keir Starmer tiene por delante un reto formidable para llevar a cabo su prometida “década del recambio”.
Según el Financial Times, el triunfo laborista sugiere más un colapso político de los tories, y no tanto así que Starmer haya entusiasmado al electorado. La lista de problemas que heredó Rishi Sunak el último año fue extensa y precipitó una hemorragia de votantes los que en 2019 habían dado un espaldarazo a los conservadores. Lo que queda claro es que vivimos en la era de la política volátil, donde los partidos grandes y una vez todopoderosos pueden perder espacio a izquierda y derecha cuando descuidan a sus electores más progresistas y reniegan también de los más moderados.
La austeridad fiscal, el covid-19, los errores políticos de Boris Johnson y Liz Truss, la migración desatada, y el alza de precios en bienes y energía, ayudaron a que muchos se desencantaran y optaran esta vez por los laboristas. Londres, con sus barrios de mansiones compradas por banqueros, abogados, consultores e inversionistas, sucumbió ante la marea roja que arrasó el corazón del país.
Pero Starmer sabe que mañana comienza la parte más difícil. Se proyecta un crecimiento económico bajo y existe una generación joven con muchos méritos pero estancada en sueldos bajos, créditos universitarios impagos, y posibilidades casi nulas de comprar una vivienda, a gran diferencia de la Inglaterra que vivieron sus padres.
A nivel internacional, el desacople con la Unión Europea que tanto se habla es muchas veces engañador porque a pesar del Brexit, Sunak se abrazó al continente cuanto más pudo. En esa misma línea, Starmer prometió “no volver al bloque mientras siga vivo” pero sí construir más puentes en comercio y empleo. Quizás el punto más crítico que deberá tomar riendas la izquierda es el indiscutible apoyo militar a Ucrania ante la Rusia invasora. En eso el nuevo canciller, David Lammy, y el ministro de Defensa, John Healey, han dicho que habrá continuidad. En Kiev, especialmente, les cobrarán la palabra.
Política para América Latina
El canciller Lammy dijo que parte de su política exterior se enfocará en el “sur global”, especialmente en América Latina y el Caribe. En un ensayo reciente en Foreign Affairs, Lammy apuntó que aplicará un “realismo progresista” al que definió como forma de ver el mundo de manera honesta y certera (y moldeada por la competencia entre Beijing y Washington, según Lammy) pero que no busca acumular poder, sino que estar al servicio de objetivos justos como responder al cambio climático, defender la soberanía de los países y el desarrollo económico. “Perseguir ideales sin ilusiones sobre lo que es alcanzable”, escribió.
En lo concreto, no le será fácil, porque ejecutar esta doctrina implica adoptar simultáneamente posturas de competencia y cooperación, las que ya pusieron a prueba los conservadores antes que él con China, y anteriormente con Rusia.
También, Lammy dijo que Brasil, al igual que India y Arabia Saudita, era un poder mundial al alza pero que con frecuencia ignoraba a la UE, el Reino Unido y a Estados Unidos en su búsqueda por mayor liderazgo regional. Incluso que para maximizar su autonomía, firmaba acuerdos con bloques geopolíticos rivales. Es de esperar, sin embargo, que el pragmatismo triunfe y el nuevo gobierno busque consolidar relaciones con las Américas en varios ámbitos, incluidas las energías renovables.
Ahora, aunque Starmer y Lammy prometan en el G-20 en Río de Janeiro en noviembre mayor interés, por ejemplo, en la industria del hidrógeno verde, el Reino Unido está muy por detrás de otros jugadores que ya tienen planes y formas de financiar estas alianzas. Sin ir más lejos, la misma Unión Europea ya firmó una serie de fondos de inversión para Brasil, Chile, y Argentina.
Habrá que esperar que el gobierno de Starmer, a pesar de sus problemas domésticos, no caiga en idealismos sino que en acción oportuna y decidida frente a las tensiones entre súper poderes y los conflictos que escalan en el resto del mundo. Partamos porque a fin de mes, Lammy, hijo de migrantes guyaneses y un autodefinido defensor del Estado de derecho y la democracia, tendrá que ofrecer su versión sobre lo que deparen las elecciones presidenciales en Venezuela.
Carlos Solar
Investigador sénior del Royal United Services Institute (RUSI) en Londres.