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Editorial
Domingo 31 de marzo de 2024
Socialismo Democrático asume los costos
''Actuaciones y salidas de libreto del propio Presidente de la República, Gabriel Boric, se han ido transformando en una fuente creciente de problemas para sus ministros, lo que debilita cualquier estrategia para impulsar la agenda, buscar consensos y generar confianzas''.
Es todavía difícil de dimensionar en toda su magnitud el costo para la credibilidad de su proyecto político de futuro que está sufriendo el Socialismo Democrático con su participación en el gobierno de Gabriel Boric, quien, cabe recordar, era el candidato de Apruebo Dignidad (Frente Amplio y Partido Comunista). El desgaste de sus principales figuras en el gabinete, quienes continuamente deben dar la cara para enmendar errores, aclarar conceptos o sostener con incomodidad que lo que plantean altos dirigentes de partidos oficialistas no representa la postura del Gobierno, es solo una muestra de una realidad que contrasta con la seriedad con la que otras coaliciones asumieron en el pasado desafíos mucho más complejos. Incluso actuaciones y salidas de libreto del propio Presidente de la República se han ido transformando en una fuente creciente de problemas para sus ministros, lo que debilita cualquier estrategia para impulsar la agenda, buscar consensos, generar confianzas y, en fin, transmitir la sensación de un gobierno capaz de enfrentar los problemas y gestionar las crisis.
Lo ocurrido esta semana luego de la desafortunada y de mal gusto frase presidencial —“Más Narbona, menos Craig”—, que a falta de aclaración del propio Presidente o la vocera Camila Vallejo (PC), finalmente llevó a que varios días después tuviera que salir la ministra del Interior, Carolina Tohá (PPD), a referirse al tema es una buena muestra de ello. Nuevamente ante un vacío gubernamental es ella quien tiene que dar la cara por exabruptos de otros (en este caso del propio Mandatario) desgastando y distrayendo su gestión, que tiene ya suficientes labores de por sí complejas como es la de liderar el combate contra la delincuencia. De paso estas declaraciones del Presidente Boric también dañan el discurso del ministro de Hacienda, Mario Marcel, justo en momentos en que acusaba al sector privado de tener un sesgo o prejuicio infundado en contra del Gobierno. Y es que las palabras del Presidente al pretender establecer una odiosa división entre hermanos del principal grupo empresarial del país sobre la base del apellido de sus madres, contribuyen precisamente a alimentar esa sensación que el ministro quería criticar.
De otro lado, este episodio vuelve a dejar en evidencia que la ministra Vallejo elude su papel de vocera y evita los temas conflictivos que puedan traerle costos, lo que ha hecho que en la práctica sus conferencias de prensa devengan en irrelevantes. Sin una agenda reconocible en su ministerio, solo consigue mediante declaraciones más propias de un dirigente político partidista alguna figuración. Muy lejos del papel que se esperaría debiera cumplir ese ministerio en apoyo del Gobierno y resguardo del Presidente.
¿Qué lo lleva a permanecer?
Lo sostenido por el senador Daniel Núñez (PC) es más de lo mismo. Declaraciones irresponsables de las que autoridades de gobierno y del Socialismo Democrático se ven obligadas a desmarcarse, pero que, sin embargo, reciben el apoyo cerrado de su partido y de otros sectores de izquierda. El afirmar que el Gobierno “tiene que convocar a la presión de la ciudadanía para sacar adelante las reformas, porque hoy día en el Senado tenemos un escenario de quiebre brutal”, emplazando después al Ejecutivo a “ver qué cosas puede hacer por decretos, que no conlleven proyectos de ley”, retrotrae a los peores fantasmas del octubrismo y deja en evidencia la falta de compromiso democrático. Y es que siguiendo este razonamiento, si no tienen mayoría en el Congreso para lograr que se aprueben las reformas que promueven, sería legítimo recurrir a la “presión ciudadana”, eufemismo con el que se refieren a grupos organizados por sus partidos, o bien, por movimientos sociales con conexiones cercanas a aquellos. Pretenden así que esas manifestaciones, políticamente motivadas, generen la falsa sensación de que eso es lo que quiere “la gente” en supuesta contraposición con quienes la ciudadanía ha elegido como sus representantes mediante el voto universal.
Este suceso obliga a recordar también las controvertidas declaraciones del Presidente Boric de hace algunas semanas, cuando en medio de la conmoción por el secuestro y posterior asesinato del refugiado venezolano Ronald Ojeda, salió a defender a sus socios del Partido Comunista por las críticas sobre su apoyo y cercanía con el régimen de Maduro. “El anticomunismo visceral de algunos sectores políticos y sus medios afines en nuestro país es demasiado evidente. No conozco otro partido que reciba tantos ataques ad hominem y mentiras”, escribió el Mandatario. Luego agregaría: “Yo al menos, no tengo ninguna duda del compromiso democrático y social del PC chileno”.
Ante este panorama, cada vez resulta más incomprensible el papel que juega el Socialismo Democrático dentro del Gobierno. ¿Qué lo lleva a permanecer y asumir los costos de una administración que contradice y oscurece parte importante del proyecto político que impulsó los últimos 30 años? ¿Se atreverá en el futuro a disputarle el liderazgo del sector a Apruebo Dignidad?