Hace aproximadamente 20 años, estaba yo en Boston participando de una presentación de Ned Johnson, dueño de Fidelity Investment, por esos años la empresa de administración de inversiones más grande del mundo. Me llamó la atención que el cuadro que mostraba las oficinas de Fidelity en el mundo, no incluía ninguna sola oficina en América Latina. Con todo el orgullo de venir de Chile, por esos años vibrante y pujante, con un tono un tanto inquisitivo, me atreví a inquirir una explicación del señor Johnson de por qué Fidelity no estaba en la región. La respuesta llegó rápido:“Señor Valente, ya veo que Chile lo ha hecho muy bien en estas últimas décadas; sin embargo, EE.UU. y América Latina nacieron como naciones libres con muy pocos años de diferencia y mire Ud. la diferencia de desarrollo que se ha acumulado en el tiempo. Por alguna razón, los países de América Latina no han logrado organizarse como naciones que permitan el desarrollo sostenido”. Recuerdo esta anécdota vívidamente porque, en ese momento, por mi mente solo pasó una idea: Chile va a lograr derrotar la historia, vamos a ser el primer país desarrollado de América Latina y vamos a pavimentar el camino para el resto.

Veinte años han pasado desde mi reunión en Boston, y Chile no ha logrado llegar a ser país desarrollado y la meta se ve ahora más lejana que antes. En cuanto a Latinoamérica, basta mirar lo que está ocurriendo en Perú para darse cuenta de que la respuesta de Mr. Johnson sigue completamente vigente. Tomando una perspectiva de más largo plazo, el panorama no es muy diferente. Durante el siglo XIX, el PIB per cápita de los países desarrollados fue en promedio 2,5 veces superior al de los países latinoamericanos. Durante el siglo XX, esta cifra subió a 3 veces y en lo que va del siglo XXI, el promedio ya se empina a 3,3 veces. Es decir, lejos de acercarnos a los países desarrollados, seguimos divergiendo a una velocidad cada vez mayor.

La excepción a la decadencia relativa de América Latina en las últimas décadas fue Chile, que a partir de mediados de los años 80 comenzó a cerrar la brecha con los países desarrollados y a separarse significativamente del resto de la región. Así, mientras en 1980 Chile y Latinoamérica tenían la misma brecha de ingreso con los países desarrollados, hoy los países latinoamericanos están un 50% más lejos que Chile de alcanzar el desarrollo. ¿Qué puede explicar el mejor desempeño de Chile? Para no sesgar la respuesta, le hice esta misma pregunta a la plataforma de inteligencia artificial ChatGPT. A continuación, su respuesta:

“Chile ha sido exitoso en su desarrollo económico en los últimos 30 años debido a una multiplicidad de factores. Un elemento clave ha sido el compromiso del país con la libertad económica y el libre mercado, lo que ha ayudado a atraer inversión extranjera y ha promovido el crecimiento económico. Adicionalmente, Chile ha implementado políticas macroeconómicas conservadoras, incluyendo un fuerte compromiso con la disciplina fiscal y la estabilidad de precios, lo que ha creado un ambiente económico estable que promueve el desarrollo. El país también ha invertido en educación y en el desarrollo de su capital humano en general, lo que ha permitido mejorar la productividad y promover el desarrollo. La abundancia de recursos naturales, como el cobre, también ha ayudado al desarrollo de Chile”.

Es interesante que la respuesta de ChatGPT no coincide en nada con el diagnóstico de la izquierda latinoamericana, incluyendo, por cierto, nuestros actuales gobernantes. La receta de la izquierda para sacar a Latinoamérica de su letargo es justamente hacer todo lo contrario de lo que hizo Chile a partir de mediados de los 80. Ellos plantean que hay que reducir la libertad económica, limitar el libre comercio y tener menos mercado y más Estado. La historia y los resultados están del lado de Ned Johnson y de la inteligencia artificial. Mientras tanto, los latinoamericanos seguimos eligiendo gobiernos de izquierda. Así que, al parecer, tendremos que seguir esperando varias décadas más antes de que alguno de nuestros países alcance el estatus de país desarrollado.

José Ramón Valente
Economista