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Cartas
Jueves 29 de diciembre de 2022
Plan regulador
Señor Director:
Muchas comunas del país carecen de un plan regulador actualizado, irregularidad que permite a las empresas constructoras alterar el espacio urbano en desmedro de lo que hay en él de valor patrimonial, y eso con el beneplácito de los gobiernos locales.
La masa ciudadana contempla impotente cómo su ciudad va cambiando aceleradamente, perdiendo lo que en ella había de estético y grato a la vista, para ser reemplazado por bloques de desusada altura y aspecto desolador, como es el caso de Viña del Mar, “triste cementerio de elefantes grises”, como la definió el poeta Fidel Sepúlveda, lo que podría haberse evitado si los miembros de los concejos municipales hubiesen sido gente con cultura y ética.
En otros casos la ciudadanía ha sabido reaccionar, judicializando los proyectos inmobiliarios depredadores, como ocurrió en Limache recientemente, lo que terminó con una solicitud ante el Consejo de Monumentos Nacionales para declarar zona típica la maravillosa avenida Urmeneta, tesoro patrimonial de la comuna por sus inmuebles y jardines de estilo, y la bóveda verde de su arboleda, solicitud aprobada por el consejo en su totalidad, salvo una abstención.
Con todo, persiste el peligro que se cierne sobre la comuna por la carencia de un plan regulador actualizado, vacío que permite la vigencia extemporánea del plan de 1984, el cual fue concebido sin fijar una altura máxima a las construcciones nuevas, justamente para facilitar la aprobación de proyectos destinados a cambiar el diseño urbano de la comuna.
El nuevo plan regulador de Limache aprobado en principio, después de siete años de espera, aún no puede entrar en vigencia por tramitaciones que conciernen solo a cuestiones de forma (faltas de ortografía, de redacción, y otras). Esta larga demora favorece a las empresas constructoras cuyos proyectos ajustados al plan de 1984 todavía pueden alterar gravemente el diseño urbano de la comuna, lo cual ya se echa de ver, por los numerosos bloques de cinco pisos que aceleradamente están cubriendo el área habitada hasta en sus arterias principales (avenida República).
La última palabra en esta materia la tiene la Contraloría, por lo cual es de esperar que el señor contralor evalúe la gravedad de esta situación, que por razones obvias genera desconfianza en la ciudadanía hacia sus autoridades.
Gastón Soublette