Señor Director:

Finalizado el Mundial, resurge la Argentina que asume la contradicción de idolatrar a Maradona. Lo que tanto llama la atención no es la empatía por el ser humano imperfecto, porque imperfectos somos todos. Pero quizás convendría ir dejando atrás un fanatismo que ha perdonado la violencia contra la mujer, la trampa, la arrogancia y los excesos, un fanatismo que cualquier conciencia crítica debiera poder sostener en algo más que en la devoción a una camiseta.

Santiago Orrego (carta de ayer) podrá decirme si Jesús estaría de acuerdo con este ejercicio analítico. El valor de la memoria no está en discusión. Pero si se necesitan ídolos, estoy segura de que Argentina los tiene mejores.

Magdalena Price Elton