Señor Director:

Por segunda vez el Senado rechazó la propuesta para fiscal nacional. Tal como ocurrió con la nominación de José Morales, a Marta Herrera se le atribuyeron supuestos vicios y prejuicios que le impedían ocupar el cargo. Se escucharon argumentos que iban desde un supuesto continuismo de Jorge Abbott, hasta la falta de condiciones personales para liderar cambios en el Ministerio Público.

Muchos de los razonamientos estuvieron cruzados por cuestionamientos sobre el rol que ambos candidatos habrían tenido en causas denominadas políticas, influencias supuestamente ejercidas y se dijo que ninguno estaba a la altura de lo esperado por la ciudadanía. Gracias a esa retórica, Morales y Herrera fueron calificados de conservadores, continuistas, cercanos al poder y, por tanto, distantes de un Ministerio Público que debería sintonizar con nuevos tiempos, mayorías y sensibilidades.

Cuando se revisa la historia de la ley orgánica del Ministerio Público, se advierte que se rechazaron las enmiendas al proyecto que permitían al Senado intervenir en un sentido político. Por ejemplo, se desechó la propuesta en orden a que la renuncia de un fiscal nacional debía contar con la aprobación del Senado, porque ese mecanismo tenía riesgos político-partidistas que eran indeseables.

La historia de esta ley muestra que al Legislador le interesaba que la elección de fiscal nacional fuese transparente en todas sus etapas —Informe de la Comisión Mixta de agosto de 1999—, pero también debía estar alejada de motivaciones contingentes, como aquellas que cruzaron el debate en las candidaturas de Morales y Herrera.

Cuando el argumento político se disfraza de uno técnico, quedamos presos de los quorum y bloques; quedamos atados a la valoración que cada senador(a) tiene sobre los casos SQM o Penta; presos de la estadística delictual y paralizados, por cierto, en la oscura retórica sobre cualidades personales de los candidatos.

No hubo en el Senado mayor debate sobre los proyectos que presentaron José Morales y Marta Herrera. Solo argumentaciones encendidas desde lo político y carentes de cualquier mirada pausada y de fondo sobre el plan que cada candidatura pretendía desarrollar durante su mandato.

Cristián Muga Aitken
Abogado