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Editorial
Jueves 24 de noviembre de 2022
Relaciones Chile-China
El gobierno de Chile debe ser muy cuidadoso en cultivar la relación económica sin buscar validar modelos políticos.
La reciente reunión del Presidente Boric con el mandatario chino, Xi Jinping, en la cumbre de APEC, representa una oportunidad para revisar los aspectos más relevantes en las relaciones bilaterales, así como para evaluar la estrategia diplomática y económica que un país como Chile debería seguir.
Un buen punto de partida dice relación con las declaraciones del propio Presidente Boric, quien manifestó que en la reunión se había conversado sobre “la importancia de mantener y reforzar nuestras relaciones diplomáticas para generar más inversión y trabajo colaborativo, con foco en el intercambio comercial y cultural”. La prioridad de la relación con China es sin duda económica, considerando la relevancia que este país posee para las exportaciones chilenas y como fuente de importaciones, y también si se aquilata la creciente importancia de China como fuente de inversión extranjera.
Son varias las dimensiones en que el trabajo bilateral se debe fortalecer. Por de pronto, todavía son numerosos los espacios para abrir los mercados de China, al alero del Tratado de Libre Comercio vigente con ese país. En particular, en el área agrícola y alimentaria existen muchas oportunidades para Chile que deben aprovecharse a partir de negociaciones de mayor apertura, así como cultivando una relación cercana y estable.
Es quizá el papel de las inversiones chinas en Chile lo que genera más dificultades, toda vez que el Estado chino subentiende las relaciones económicas y políticas como partes de un todo inseparable. De esta manera, el tratamiento que Chile dé a inversiones chinas puede repercutir en otras áreas comerciales y diplomáticas. En esto, el país debe ser particularmente cuidadoso, fortaleciendo su institucionalidad y las reglas que rigen el quehacer de extranjeros en el territorio nacional. Al rechazar los acuerdos comerciales, el Frente Amplio y el PC han enfatizado una estrategia donde el Estado de Chile mantiene cierto espacio de discrecionalidad en el tratamiento de inversiones extranjeras. En la relación con China, ello puede ser autodestructivo, toda vez que la manera de relacionarse con un inversionista tan importante, cuyos objetivos económicos y geopolíticos son tan amplios, es a través de una institucionalidad regulatoria transparente y fuerte. Debe ser cauteloso el Gobierno en fijar una posición clara en esta materia, evitando antagonizar artificialmente con China y al mismo tiempo evitando dar señales equívocas sobre el tratamiento que esas inversiones pudieran tener.
Las declaraciones de la Cancillería china sobre la reunión entre ambos mandatarios son también sintomáticas de los intereses de ese país, al manifestar que “el Presidente Gabriel Boric señaló que bajo el liderazgo del Presidente Xi Jinping, China ha conquistado grandes éxitos de desarrollo y librado a centenares de millones de chinos de la pobreza, siendo así un referente para los demás países en vías de desarrollo”. Uno de los objetivos de China es plantear un modelo político y económico alternativo para las democracias occidentales y los países emergentes, según el cual un partido todopoderoso y un Estado dominante en la economía podrían ser más efectivos en el logro de objetivos de desarrollo, aun a costa de sacrificar la libertad. El gobierno de Chile debe ser muy cuidadoso en cultivar la relación económica sin buscar validar modelos políticos sin ninguna base cultural en nuestro país. Las experiencias de otras naciones de la región donde modelos de ese tipo se han instaurado han sido devastadoras.