Señor Director:

No puedo estar más de acuerdo con lo que dice la señora Loreto Buttazzoni, en su columna (ayer) “El brazo no armado del narcotráfico”. Como mamá de un hijo que está recién comenzando la etapa de la adolescencia, veo con mucha preocupación el poder hipnotizador que causan las canciones de reguetón y de trap en nuestros niños. Como dice Loreto Buttazzoni, las letras están muy lejos de provenir de un acto creativo. Todo lo contrario, no hacen más que promover la hipersexualización, la hiperobjetivación del cuerpo femenino hasta, en muchos casos, denigrarlo. Letras marcadas por un carácter desvergonzado, sin respeto hacia la mujer, que aluden a la violencia y al uso de drogas y alcohol.

Encuentro peligroso que esta representación de la narcocultura se esté convirtiendo en un referente a seguir, y que nuestros niños, en vez de nivelar hacia un mundo donde prime el respeto a las personas, la creatividad, el jugar sanamente, el amor por el prójimo, la dignidad, la responsabilidad, la tolerancia y la ética, prefieran nivelar hacia lo que esta gente promueve. Hoy vemos cómo nuestros niños y jóvenes están adoptando actitudes violentas entre sus pares, y se expresan sin pudor a través de un lenguaje bastante obsceno.

Además, impresiona el aumento del uso de drogas y alcohol a muy temprana edad. Como dice Loreto Buttazzoni: “Se trata de preguntarnos como sociedad si este tipo de sonidos (reguetón y trap) está detrás de la identidad que intentamos construir como nación”.

Montserrat Molina Cazorla
Periodista