Señor Director:

En los primeros siete meses del actual gobierno el país está en caída libre y el rechazo de la población a la gestión de la ultraizquierda ya supera el 70%.

Inflación desatada; el país decreciendo (algunos dijeron que eso era bueno); empresas quebrando; el desempleo subiendo y listas de espera para atención médica más largas que nunca. Las ciudades cada vez más feas y destruidas, y si alguien quiere arreglarlas lo multan; portonazos a diario; dos o tres buses quemados todos los días; ataques a Carabineros aumentando peligrosamente de frecuencia, y terrorismo incremental en la macrozona sur.

Servicios públicos cada vez más deficientes (que el lector trate de hacer un trámite en el Registro Civil y vea cómo le va); las pensiones, tres años perdidos; Codelco produce menos; anuncios de alza de impuestos por todos lados; el déficit del Transantiago ya supera los mil millones de dólares al año; las concesiones paralizadas; el litio, bien gracias, y el TPP11 bien guardado en un escritorio.

Para qué hablar de los errores diplomáticos, en esta materia el país ha hecho el soberano ridículo.

La lista es todavía mas larga. Capítulo aparte merece lo que sucede en educación. El Colegio de Profesores ha logrado que las clases sean las mínimas y que a sus asociados no se les evalúe por desempeño y, en conjunto con la pandemia, han incubado el peor desastre educacional de la historia del país.

En solo siete meses el actual gobierno ha logrado algo que parecía imposible, aumentar la desigualdad y la pobreza. Sin embargo, pienso que lo peor está por venir, ya que en este corto tiempo se han establecido las bases para que las brechas sigan creciendo.

José Yuraszeck T.