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Editorial
Domingo 30 de octubre de 2022
Continúa el desgaste del Gobierno
''Las muestras de simpatía y admiración a viejas ideas que fomentan un Estado emprendedor y llaman a “matar el neoliberalismo” dan cuenta de una coalición que, más allá de las palabras, no ha cambiado en sus aspectos centrales''.
Termina otra semana sin que el Gobierno pueda dar señales claras sobre el camino para enfrentar la crisis económica y de confianza por la que atraviesa el país. Si el comentado discurso del miércoles del Presidente Gabriel Boric en la Sofofa, en que reivindicó el papel de los empresarios, fue interpretado como un gesto relevante hacia el mundo privado y un giro en muchas de las expresiones pasadas, ello se ve en cierta forma eclipsado por otros sucesos de igual o mayor alcance. Así, las muestras de simpatía y admiración a viejas ideas que fomentan un Estado emprendedor y llaman a “matar el neoliberalismo” —cualquiera sea la confusa significación que le atribuyan a ello—, personificadas hoy en la visita de la economista Mariana Mazzucato, dan cuenta de una coalición que, más allá de las palabras, no ha cambiado en sus aspectos centrales.
Una situación similar ha ocurrido con la forma inusual y desmedida en que el Gobierno se ha involucrado para lograr que Karol Cariola asuma la Presidencia de la Cámara de Diputados. El fracaso en estas tratativas no puede ocultar la señal que se transmite a los distintos agentes económicos de que para el Gobierno resulta crucial que una militante comunista, que encabezó la campaña del Apruebo, pueda ahora liderar la Cámara y, por tanto, jugar un papel protagónico en las reformas que se impulsan.
Y es que el Gobierno todavía no asume que las ideas fundamentales de su programa no son apoyadas por la ciudadanía, como dejó de manifiesto de forma categórica el último plebiscito y lo muestran distintas encuestas, y que tampoco tiene las mayorías necesarias en el Congreso. Incluso la oposición podría llegar a alcanzarlas en ambas cámaras, lo que exigiría estar abiertos a ceder en aspectos estructurantes de sus propuestas. Cuando todavía no se cumple un año de gestión, el negarse a asumir esta realidad y a realizar los cambios de fondo que ello implica, limitándose a gestos casi siempre formales que cambian dependiendo de quién sea el interlocutor, la acción gubernativa está condenada a sufrir una parálisis que terminará profundizando el desgaste del Gobierno y de la figura presidencial. Si se pensaba que se podría superar la derrota del plebiscito haciendo cambios puntuales o meramente cosméticos, cada vez se hace más notorio que eso no es posible y mientras más se espera, más se agudiza la crisis política y económica.
El PC no debiera sorprenderse
Es cierto que en política el cumplimiento de los compromisos asumidos es un aspecto relevante, y en ese punto tiene razón el Partido Comunista en reclamar por el incumplimiento de la palabra empeñada tras el acuerdo administrativo alcanzado en la Cámara. Lo que no deja de sorprender, sin embargo, es la ausencia de cualquier autocrítica de los comunistas sobre su conducta en los últimos años. Y es que más allá del juicio histórico sobre el comunismo en Chile y en el mundo (ver editorial arriba), si se analiza su actuación reciente luego del estallido de octubre de 2019, incluida la pandemia y el proceso constitucional, entre otros, hay diversos episodios que justifican con creces las aprensiones de distintos sectores políticos y de la sociedad sobre ellos.
Cabe recordar, por ejemplo, que a solo horas de iniciado el estallido, ya el Partido Comunista planteaba la salida del entonces Presidente Sebastián Piñera; o el hecho de que ha naturalizado la persecución judicial de sus adversarios políticos, llegando incluso a presentar acciones penales en contra de toda la plana mayor del Ministerio de Salud en momentos en que el país enfrentaba la pandemia; ahora, en la misma línea, diputadas del PC han brindado su apoyo a la insólita e injustificada querella por encubrimiento contra Sergio Micco, exdirector del INDH, interpuesta por la “Comisión Chilena de Derechos Humanos”. Asimismo, la actuación del PC en la Convención fue decisiva para radicalizar el proceso, e incluso varias de sus propuestas más extremas no alcanzaron el quorum, como aquella que eliminaba no solo el estado de emergencia, sino que también el estado de sitio, o su apoyo a distintas iniciativas sobre nacionalización. También, el contenido del programa de su candidato presidencial Daniel Jadue, entre diversos aspectos controvertidos, suponía una amenaza concreta a la libertad de expresión; o su reciente carta de felicitaciones al líder del PC chino, Xi Jinping, en que expresa especial interés en “la decisión del PCCh y el pueblo chino de avanzar hacia el socialismo con peculiaridades chinas, con bases teóricas del marxismo-leninismo”, o que el “fortalecimiento del Partido (es) núcleo esencial de los avances hacia el socialismo con características chinas”, son otras actuaciones o decisiones recientes.
Y es que todavía el comunismo chileno reivindica no solo el marxismo, sino que también el leninismo, que en lo central supone una dictadura del proletariado, la existencia de un partido único, el empleo de la violencia y el terror, como da cuenta con crudeza lo ocurrido durante y después de la revolución de octubre de 1917 en Rusia. De ahí que las felicitaciones al líder chino por adoptar esas “bases teóricas” o su referencia al fortalecimiento “del Partido” tampoco puedan pasar inadvertidas en el mundo político. Una profunda renovación de ese partido sigue siendo una tarea pendiente para la democracia chilena.