Señor Director:

Cada vez me resulta más claro que, por limpieza democrática y certeza ética, quienes han sido elegidos por el pueblo para cargos siendo militantes de partidos, al retirarse voluntariamente de ese partido, renuncien a esos cargos de representación. Ellos fueron elegidos en cuanto integrantes de una organización y no como sujetos individuales. El cargo pertenece al pueblo o al partido, pero no a ellos. Antes se les reemplazaba por elección complementaria, ahora por el partido.

La fórmula legal para dejar el cargo la deben encontrar ellos, pero, en una perspectiva de moral política, no pueden continuar ocupando esas posiciones, ya sean concejales, consejeros regionales, alcaldes, gobernadores, diputados o senadores.

Jaime Hales
Escritor, abogado