La marcada desaceleración de la mayoría de los sectores de la economía comienza a reflejarse con más intensidad en el mercado laboral, ad portas de una recesión que según las autoridades y analistas se extenderá hasta el próximo año. De acuerdo con las últimas cifras del INE, en el trimestre móvil junio-agosto la medición mostró una generación de apenas 3.462 empleos respecto al período móvil previo, aunque al ajustar la cifra por estacionalidad, se constata una destrucción de 7.678 puestos de trabajo, primera disminución de personas ocupadas luego de 14 aumentos consecutivos observados entre los trimestres móviles abril-junio 2021 y mayo-julio 2022.

La tasa de desocupación a nivel nacional alcanzó a 7,9% en junio-agosto, que es 0,6 puntos porcentuales inferior a la registrada hace un año y es la 16ª reducción consecutiva. Respecto al trimestre móvil anterior y ajustado por estacionalidad, el desempleo subió 0,1 pp, informó Sandra Quijada, directora del INE.

Las regiones con mayores tasas de desocupación fueron Tarapacá, 9,7%; Ñuble, 9,5% y Atacama, 8,7%.

Sobre el desempeño futuro del empleo, Quijada dijo que va a depender mucho de cómo se van asentando los indicadores económicos en el último trimestre del año, los que deben observarse con atención porque es un período que suele venir con mayor empleo por razones estacionales.

Hasta el mes pasado, las variaciones trimestrales del empleo eran positivas aunque la generación de puestos de trabajo venía desacelerándose desde hace varios meses, dice Juan Bravo, director del Observatorio del Contexto Económico (OCEC-UDP). Desempeño que sigue estrechamente lo que ocurre con la actividad económica. “Probablemente el Imacec que se publicará el lunes (indicador de agosto) mostrará una contracción, por lo que esperaría que a futuro las cifras continúen mostrando una destrucción de empleos”, dice.

Con respecto al punto más bajo observado en mayo-julio de 2020, se ha recuperado el 96,4% de las ocupaciones que se perdieron en el peor momento de la pandemia (cifras ajustadas por estacionalidad). En los hombres el aumento acumulado es de 927.410 ocupados y en las mujeres es de 859.726, arrojando un total de 1 millón 787 mil 135. Sin corregir por estacionalidad, la recuperación del empleo llega a 96,9%, con 997.396 empleos formales y 782.705 informales.

En los cálculos de Bravo, faltan 200.000 empleos para recuperar los niveles prepandemia, lo que no cree posible este año, dado que se están destruyendo puestos de trabajo. “La recuperación tardará bastante tiempo, hasta que termine la recesión que pronostican las autoridades y analistas”, dice el economista de OCEC-UDP.

La directora del INE precisó que las ocupaciones formales han mantenido su recuperación sobre 100% desde el punto más bajo, pero en junio-agosto las ocupaciones informales alcanzaron una recuperación de 84,4%, alejándose del máximo de 94,5% a que habían llegado en octubre-diciembre de 2021.

La tasa de ocupación informal llegó a 26,7%. El nivel más alto fue en octubre-diciembre 2017, desde que en septiembre de ese año se iniciara la serie. Con la pandemia, el trabajo informal estaba muy desprotegido versus el empleo formal y del sector público, pero a medida que comience a destruirse empleo asalariado formal, Juan Bravo prevé que más personas recurrirán a alternativas informales para generar ingresos, de modo que la tasa de informalidad seguirá subiendo.

A medida que se fue percibiendo la perspectiva de una recesión, paulatinamente se fueron deteniendo las nuevas contrataciones, dice Tomás Flores, investigador de LyD. “Pese a que el subsidio de contratación a la mano de obra es bien generoso —50% del sueldo, con un tope del beneficio de $250.000—, empezó a ser cada vez menos ocupado”, sostiene.

¿Cómo se aborda el debilitamiento del empleo en medio de una recesión? Subsidios muy focalizados y retomar la agenda en lo que dice relación con reconversión laboral, capacitación y formación continua, son los temas que menciona Bravo. Lo primero, dice, es que “las políticas públicas tienen que priorizar el crecimiento y cuidar que, en su diseño e implementación, reformas como la tributaria y la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales no dañen el crecimiento económico”, puntualiza.