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Editorial
Sábado 24 de septiembre de 2022
Represión contra las mujeres en Irán
Pese al repudio mundial, el régimen no parece dispuesto a hacer concesiones.
El fallecimiento de una joven en custodia de la policía moral de Irán fue la chispa de una ola de protestas en decenas de ciudades iraníes que ha puesto en guardia al gobierno de Ebrahim Raisi, pero difícilmente podrá causar la desestabilización del régimen de los ayatolás. La legítima lucha femenina por mayor libertad provoca una solidaridad a nivel mundial, al tiempo que se condena la brutalidad usada para imponer la ley islámica.
No es la primera vez que las iraníes se manifiestan en contra de las severas leyes que les restringen los derechos de que gozan todas las personas en el mundo libre, y las obligan a someterse a una ley religiosa opresiva y discriminatoria. La novedad de estas protestas es que muchos hombres se les han unido en las calles. En los mítines no solo se queman los velos islámicos, sino también se baila y la multitud se mezcla sin temor a las represalias. Cientos de personas han sido detenidas y se sabe de al menos una veintena de muertos, aunque la cifra superaría los treinta.
El Presidente Raisi, que pronunció un discurso en Naciones Unidas hace unos días sin alterarse ante los disturbios, es un clérigo de línea dura, que revirtió varias de las normas para el control de la vestimenta femenina que un gobierno reformista anterior había flexibilizado. En agosto pasado, Raisi aumentó las restricciones, incluyendo la persecución de mujeres que subían a internet fotos en las que aparecían sin el velo. Según la ley iraní, las mujeres deben “vestir modestamente”; eso significa que deben usar el hiyab, velo que cubre la cabeza, y tapar el resto del cuerpo con un chador.
Tras cuarenta años desde la “Revolución islámica”, las condiciones de vida de los iraníes han empeorado. Más aún, con las sanciones de Estados Unidos y sus aliados, por el desarrollo de un programa nuclear que se supone busca fabricar bombas atómicas. Las protestas reflejan también el descontento de una población que sufre el encarecimiento del costo de la vida, con una inflación del 50%. La pobreza ha aumentado considerablemente en los últimos años, flagelo que la dictadura chiita atribuye a las sanciones, pero que también tiene un componente de política interna.
Con todo, los analistas no esperan que las manifestaciones, por masivas y prolongadas que sean, logren desestabilizar el régimen, bajo férreo control de los clérigos más conservadores. El actual líder de la Revolución, Alí Jamenei, tiene 83 años y salud delicada, pero, al parecer, cualquier sucesor seguirá la línea ortodoxa.
Ante nuevas protestas, es probable que la represión aumente y los iraníes, en particular las mujeres, sean disuadidos de continuar su batalla. Difícilmente el régimen hará concesiones, tal como no las hizo en oportunidades anteriores. La presión internacional con Teherán nunca ha funcionado, a menos que se avanzara en el acuerdo nuclear y se le prometiera algún alivio de las sanciones.