Señor Director:

Mientras el Presidente Boric visitaba el paso fronterizo Chacalluta, declarando que no se iba a permitir que la delincuencia se colara por nuestras fronteras, una nueva marcha contra la delincuencia se tomó el centro de Iquique.

Hasta ahora, la evidencia no muestra que haya un efecto directo entre migración y actividad criminal. Sin embargo, la percepción de las sociedades receptoras de población migrante no se condice con tal evidencia. Lo anterior puede encontrar su origen en diversas causas. Por un lado, se ha ido instalando en el debate público una relación entre el fenómeno migratorio y delincuencia, desde la constante identificación de la nacionalidad de personas extranjeras arrestadas, así como la imagen que se proyecta de la migración asociada mayoritariamente a comercio ambulante o crisis de acceso a la vivienda.

La complejidad del fenómeno migratorio no es algo que solo estemos experimentando en Chile. Hace solo unos días el mundo entero se horrorizó con la noticia de la muerte de 51 migrantes cerca de Texas, habiendo sido abandonados en un camión que intentaba ingresar a Estados Unidos. Esta noticia es una de las tragedias de mayor magnitud en el tráfico de migrantes desde la frontera con México, y se cuentan entre los hospitalizados por extrema deshidratación, niños que viajaban dentro del camión.

Es difícil explicar por qué familias arriesgan sus vidas día a día para lograr llegar hacia destinos como Estados Unidos o Chile, y es que las trayectorias migratorias suelen siempre conectar con un deseo profundo de adultos buscando un mejor futuro para sus hijos e hijas. La defensa de ese deseo debiera estar al centro de la consideración del fenómeno migratorio y del discurso público de distintos actores sociales. Se puede construir una sociedad más segura para todos y todas, incluyendo aquellos que han viajado miles de kilómetros buscando un lugar donde sus niños y niñas puedan crecer en paz.

Gabriela Hilliger
Abogada de Corporación Opción