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Editorial
Miércoles 29 de junio de 2022
Venta de dólares de Hacienda
Aunque estas operaciones no son extrañas, las circunstancias del anuncio hacen inevitable interpretarlo como un esfuerzo de intervención cambiaria y una presión al Banco Central.
La anunciada venta de cinco mil millones de dólares por parte del Ministerio de Hacienda en un plazo de 60 días ha sido interpretada como una oportunidad para el fisco de liquidar parte de su caja en moneda extranjera, aprovechando la debilidad histórica del peso. De paso, la decisión de Hacienda también ha sido vista como un esfuerzo por detener la escalada de la moneda norteamericana en el país, habida cuenta de las implicaciones inflacionarias que un dólar sobre los 900 pesos podría generar. En este sentido, la acción del Gobierno es también una señal —y una insinuación— al Banco Central respecto de una posible intervención cambiaria.
Las ventas de dólares por parte de Hacienda son regulares, toda vez que el fisco cuenta con importantes ingresos en esa moneda y sus gastos son mayoritariamente en pesos. De hecho, y de acuerdo con información de la Oficina de la Deuda del mismo ministerio, este tipo de ventas por parte de esa cartera promediaron los 24,5 miles de millones de dólares entre 2020 y 2021. En cambio, hasta el 27 de junio de este año solo habían superado marginalmente los mil millones de dólares. Por ello, no es sorprendente que Hacienda realice operaciones adicionales para acercarse a los niveles históricos, especialmente en una coyuntura que muestra un peso fuertemente debilitado.
Con todo, cabe observar que en el pasado las ventas regulares de dólares no habían sido comunicadas con publicidad por parte del Gobierno, por lo que resulta inevitable interpretar esta noticia como un esfuerzo de intervención cambiaria. Sumada a declaraciones del ministro de Hacienda, Mario Marcel, respecto de que el Ejecutivo no dispone de muchas herramientas para detener la escalada del dólar, y que es el Banco Central el que tiene reservas y maneja la política cambiaria, la acción de esta cartera representa también una presión al Banco Central en esta coyuntura compleja.
Frente a ello, el instituto emisor debe evaluar en su propio mérito la conveniencia o no de iniciar un proceso de intervención cambiaria. La velocidad con que se ha depreciado el peso en las últimas semanas sugiere que ello no solo obedece a la perspectiva de una política monetaria más restrictiva en Estados Unidos, sino que también es reflejo de una mayor prima por riesgo en países emergentes en general, y en Chile en particular. Junto con la caída del precio del cobre, ello ha contribuido a situar al peso en sus niveles mínimos.
La justificación para una intervención por parte del Banco Central no es evidente, considerando la coyuntura macroeconómica internacional y la incertidumbre doméstica. Tampoco existe evidencia de falta de liquidez en el mercado de dólares, ya que las empresas y bancos pueden acceder sin mayores problemas —aunque a un mayor costo— a liquidez en dólares en el mercado externo. De considerarlo apropiado, el instituto emisor deberá justificar las circunstancias excepcionales del mercado cambiario, evitando dar señales de precio para el tipo de cambio. De otra manera, correría el riesgo de perder reservas sin lograr un mayor impacto cambiario.