Señor Director:

“El Mercurio” publicó una carta de expresidentes del PDC pidiendo libertad de acción para el plebiscito del 4 de septiembre. Dicen que les “habría gustado una posición fundada, clara y propositiva, pero, la forma establecida, en torno a una elección binaria, de dos opciones, Apruebo o Rechazo, no nos permite matices ni cambios”. Olvidan los firmantes que esa forma de votación fue la misma del anterior plebiscito y es fruto de un acuerdo casi unánime al que concurrió la DC en forma entusiasta. Por lo tanto el argumento no es válido.

Los partidos políticos son asociaciones libres de personas que tienen posición ante los acontecimientos y buscan influir. Un partido que desiste de tener posición frente a algo tan fundamental como la definición de una nueva Constitución está renunciando a su propia existencia como tal. Los partidos deben tomar posición y para eso es la democracia interna.

Las opciones para los ciudadanos son todas legítimas, incluso las de anular el voto o votar en blanco. Pero el PDC debe recuperar su historia y su doctrina, abandonadas por directivas que las olvidaron, sobre todo el hecho de que el partido no es de centro, sino un movimiento de vanguardia que nació para ir más allá de las propuestas marxistas y capitalistas.

El PDC está dividido hace años. Las posturas hay que definirlas. Hubo quienes ya se fueron para apoyar a la derecha o instalarse en el limbo político. Otros hemos seguido intentando recuperar el rumbo. La discusión interna debe ser franca, leal, apasionada, generosa, clara, bien informada. Una vez tomada la decisión se verá si los que pierden acatan o no, es decir, si siguen o no en el partido.

La DC ha perdido su norte, se ha distanciado de su historia y de su doctrina, ha intentado actuar de modo oportunista y eso la ha llevado a tener derrotas electorales que no solo la dejan en una minoría casi marginal, sino que daña a la discusión nacional, pues nos deja fuera de la capacidad de influir, pese a la solidez de nuestras ideas.

Podemos equivocarnos o acertar, pero debemos ser fieles a nuestro pensamiento y sopesar si acaso los riesgos de decidir una cosa u otra justifican o no nuestra contribución a Chile. Debemos elegir y no seguir el camino de quienes optando por la libertad de acción pretenden solo postergar un quiebre que me parece inevitable.

Vamos al debate en la Junta Nacional —que tal vez deba transmitirse a todos los militantes o a todos los chilenos—exhibiendo nuestros argumentos. Podemos hacerlo con respeto, obligados a tomar una opción clara y no simplemente ceder nuestra posición para que sean otros quienes decidan. La amistad cívica, en el PDC y en el país, se realza cuando las personas tenemos posiciones claras y desde ellas buscamos puntos de encuentro con los que piensan distinto.

Jaime Hales
Escritor, abogado