Señor Director:

Tiene razón Sergio Urzúa; en Chile, el crimen organizado se ha convertido en próspera industria y entrega buenas razones para ello: la deserción escolar, salarios bajos, una economía estancada, una policía sobrepasada y un Estado inepto.

Eso nos lleva a urgentes conclusiones de política pública. Primero, se necesita un Estado activo, que termine con el inmovilismo y cree condiciones para diversificar la economía, promoviendo la incorporación de nuevos sectores de actividad económica, lo que facilitará el aumento de la productividad, con mayor oferta de empleos, ya no solo focalizada en los recursos naturales o en el sector financiero, sino en actividades industriales de transformación.

Segundo, un masivo esfuerzo del Estado y del sector privado en inversiones en ciencia y tecnología, lo que también ayudará al mejoramiento de la productividad y a la elevación de los salarios.

Tercero, una profunda reforma de la educación pública, que sea más atractiva en su enseñanza técnica y valorativa y que, sobre todo, sirva para reducir el clasismo, permitiendo el reencuentro de niños de distintos sectores sociales, donde se respeten en sus diferencias y se los instruya en educación cívica, ética ciudadana y el cuestionamiento a toda forma de corrupción.

Cuarto, para identificar focos criminales hay que encontrar mecanismos de trabajo estrecho entre las policías y organizaciones poblacionales, que además ayuden a restituir la confianza entre ambas. Así se podrá cerrar el camino a la delincuencia y al narcotráfico.

Roberto Pizarro Hofer
Economista, exembajador