Columnistas
Sábado 14 de mayo de 2022
French touch
Romy Hecht: "En la capital registró con ahínco el sistema de acequias para irrigar a los solares, pues “sin su ayuda los jardines no podrían producir nada por falta de lluvia durante ocho meses del año”.

En la crónica de su exploración, Viaje al Mar del Sur y a lo largo de las costas de Chile y Perú, en los años 1712, 1713 y 1714, Frezier incorporó dibujos de las bahías de Concepción y Coquimbo, de Valdivia, Penco, Valparaíso, La Serena, Copiapó, Arica y, por cierto, de Santiago. En la capital registró con ahínco el sistema de acequias para irrigar a los solares, pues “sin su ayuda los jardines no podrían producir nada por falta de lluvia durante ocho meses del año”, y la ciudad se privaría de “frutas y vegetales que ofrecen todas las delicias del campo; la frescura de la sombra durante el día; y los dulces olores de los naranjos y floripondios que perfuman las casas por la noche…”.
Su mapa nos muestra, además, tres humildes hileras de árboles en el ámbito público: un par en el frente sur de la Cañada, como fachadas del Hospital San Juan de Dios y del Noviciado Jesuita; y otra en la ribera sur del río Mapocho, al poniente de la Parroquia de San Pablo, sin duda usados para que sus raíces reforzaran los precarios tajamares de madera y piedra. Así, Frezier demostraría que los primeros árboles plantados en el espacio público de la capital fueron, al igual que las frutillas blancas de Purén, verdaderas pièces de résistance en un entorno climática y culturalmente hostil.
Romy Hecht
Arquitecta