Señor Director:

Con mucha razón el profesor Milan Ivelic en carta de ayer se pregunta si se puede seguir tolerando tanta ineficacia, falta de profesionalismo e irresponsabilidad de quienes tienen a su cargo construir y ofrecer viviendas dignas a tantas familias chilenas. Agrega más adelante, “lamentablemente, no se puede confiar a ciegas, partiendo de la premisa de la eficiencia profesional”.

En nuestro país, ni los Ministerios ni las Direcciones de Obras Municipales tienen como función —porque no es su labor— fiscalizar las capacidades, las competencias ni las certezas de los títulos y licenciaturas que obligatoriamente deben poseer y exhibir los profesionales responsables de la construcción en terreno, en todo tipo de obras. Tampoco se pueden hacer cargo de la calidad con que egresan los profesionales de la educación superior ni de la ética en los procesos de construcción.

Es evidente que en una actividad que cumple una función pública como es la construcción, que, como ya se ha dicho, asume un rol en la fe pública y, además, en un país severamente sísmico como el nuestro, debe existir una institución técnicamente independiente, como lo son en distintos lugares del mundo los colegios profesionales, que se preocupe de ordenar técnicamente el ejercicio profesional, en términos de calidad y ética, como complemento de las instituciones del Estado.

El Colegio de Constructores trabaja desde el año 2008 en el Congreso Nacional tramitando un proyecto de ley —ya aprobado en la Cámara de Diputados— que apunta a mejorar los procesos constructivos.

Es de esperar que esto también se considere en el proceso constituyente.

José Miguel Correa Alliende
Presidente Nacional Colegio de Constructores Civiles e Ingenieros Constructores de Chile A.G.