Señor Director:

En general leo con gusto y atención las opiniones de Cristian Warnken y comparto muchas veces sus puntos de vista; sin embargo, su última columna “No me sumo” me ha parecido tremendamente amarga, más una mirada enfadada que sensible y atenta a lo que está ocurriendo en el país.

Obviamente comparto su derecho a la duda y la disidencia y no faltan razones para hacerlo, pero también se puede dar el beneficio de la duda a Gabriel Boric, quien ha mostrado en momentos estelares de la crisis política desatada en octubre 2019 un coraje y un liderazgo que nos sorprendió a todos firmando el acuerdo del 15 de noviembre, asumiendo ahora errores y criticando las miradas soberbias que lo alejaban de la posibilidad de construir mayorías.

Puede no gustarnos el escenario de la segunda vuelta, pero para no vivir “fuera del mundo” hay que aceptar las realidades y buscar allí la esperanza y la posibilidad de construir un mejor camino para nuestra sociedad tan fragmentada y violentada. Personalmente no creo que se necesite adorar al candidato para votar por él, bastaría con reconocer sus virtudes cotidianas, su sensibilidad, su honestidad y su capacidad de representar los sueños de una generación.

Ricardo Brodsky