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Editorial
Miércoles 01 de diciembre de 2021
Desdibujamiento político
"No es claro el papel que jugará la centroizquierda en el próximo período".
Un éxito innegable ha tenido el candidato Gabriel Boric en conseguir el respaldo de un amplio arco de partidos de la actual oposición. Pese a que el discurso del postulante del PC y el Frente Amplio se había sustentado hasta ahora en una permanente y dura crítica a la obra de la Concertación, figuras emblemáticas de lo que se ha dado en llamar “los 30 años” le han entregado su apoyo en segunda vuelta y algunos incluso han querido ver acá una suerte de reconciliación en clave familiar. No es hoy claro el alcance de estos acercamientos, su eficacia electoral o la proyección que pudieran tener en un eventual gobierno de Boric, especialmente si se considera que dichas colectividades han evitado negociar condiciones y en algunos casos han descartado también la posibilidad de integrarse a una administración encabezada por el frenteamplista. Lo que, en cambio, sí resulta evidente a la luz de estas tratativas es un profundo desdibujamiento de la centroizquierda como proyecto político.
Ya en la campaña de primera vuelta había llamado la atención cómo la candidata de este sector evitaba levantar un discurso que diferenciara con nitidez su propuesta de la que representaba Boric. De acuerdo con distintos analistas, tal opción podría explicar por qué la postulante solo logró finalmente ubicarse en un quinto lugar. A nivel parlamentario, en tanto, la centroizquierda obtuvo el 21 de noviembre su peor resultado en tres décadas, al elegir 37 diputados, los mismos que Apruebo Dignidad. Y si bien el PS se mantendría como la bancada más fuerte del actual espectro opositor, con 13 congresistas, inmediatamente después se ubica el Partido Comunista, con 12, superando este a fuerzas como la DC y el PPD, que eligieron a 8 y 7 parlamentarios respectivamente. Es cierto que en el Senado los números del pacto de centroizquierda son mejores, pero también allí retrocedió, perdiendo la mayoría y quedando con solo 18 senadores.
Por cierto, en un Congreso fragmentado, la centroizquierda podría seguir ejerciendo un papel protagónico como fuerza clave para la conformación de mayorías, pero también su eficacia en ese plano puede verse disminuida. Desde luego, no es seguro que todos los partidos que confluyeron en la lista denominada “Nuevo pacto social” estén dispuestos a mantenerse actuando como coalición: el PS estuvo este año a punto de pactar con el Frente Amplio y el PC para participar en las mismas primarias legales, ha estrechado vínculos con los frenteamplistas en la Convención Constitucional, y una parte de su militancia, e incluso algunas de sus figuras, ya apoyaron a Boric en primera vuelta. Con todo, tal vez el mayor problema de la centroizquierda para dibujar un perfil propio vaya más allá de su fuerza numérica y se relacione con su real voluntad de proyectar una identidad propia frente a la izquierda radical. Ya no solo la experiencia del sector durante los últimos años —en que sus congresistas se han sumado repetidamente a iniciativas impulsadas por sus pares frenteamplistas y comunistas, como las acusaciones constitucionales contra el Presidente Piñera—, sino también su rapidez para alinearse ahora en torno a Boric plantean una justificada duda respecto de la existencia de esa voluntad.