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Editorial
Martes 30 de noviembre de 2021
Elecciones hondureñas
"Xiomara Castro ha sido cauta en mostrar sus cartas".
Honduras comparte con otras naciones centroamericanas una situación que une a las adversidades de la naturaleza —como los dos huracanes que el año pasado golpearon al país— flagelos como la corrupción, la violencia y el narcotráfico. Las malas condiciones de vida y las bajas expectativas llevan a miles a huir del país: casi la mitad de los detenidos este año en las fronteras de EE.UU. provenían de Honduras. La candidata que lidera los resultados de las elecciones del domingo, Xiomara Castro, prometió garantizar oportunidades y bienestar para los jóvenes y poner fin, así, al éxodo masivo. Ni su programa ni sus credenciales políticas aseguran que podrá cumplir tal compromiso.
Castro está casada con Manuel Zelaya, Presidente entre 2006 y el golpe de Estado que lo destituyó en 2009, luego de haber girado hacia el chavismo. La ex primera dama fue antes candidata, pero se bajó en favor de un aliado. Esta vez, la situación política le dio la revancha, al ganarle al aspirante del partido oficialista, muy desprestigiado por los escándalos de corrupción y la desastrosa situación económica. Más que un viraje ideológico, que lo es, el triunfo de Castro es un castigo por la corrupción y la concentración de poder.
Liderando una alianza de izquierda, ella se autodenomina socialista democrática, pero ha sido cauta en abrir sus cartas. En un país conservador, ya removió las aguas con la propuesta de despenalizar el aborto, discutir la posibilidad del matrimonio homosexual y convocar a una Asamblea Constituyente, sin definiciones precisas.
Hasta conocer la composición del nuevo Congreso (el conteo se hace después del escrutinio presidencial), queda en duda si podrá cumplir su agenda “progresista”. Sin embargo, Castro debería enfocarse primero en sacar al país de la crisis, enfrentar los retos del crecimiento (el PIB cayó 9% en 2020), resolver el tema de la deuda pública (57% del PIB), preocuparse del alto desempleo (10,9%) y buscar las mejores herramientas para sacar de la pobreza a más de la mitad de la población, que vive con menos de 5,5 dólares al día, según el Banco Mundial.
Algunos analistas consideran que Castro, al igual que lo hizo su marido, podría virar hacia el socialismo bolivariano, pero, aparte de las promesas de derechos económicos y sociales, no hay por ahora indicios de que eso ocurra. La primera razón es que Venezuela ya no tiene recursos para “comprar” aliados. Además, Honduras vive del comercio con Estados Unidos, y eso la hace muy vulnerable a sanciones internacionales, en caso de desviarse de las reglas democráticas. Su dependencia de Washington también hace que el nuevo gobierno tenga dificultades para romper con Taiwán y abrir relaciones diplomáticas con China, tal como Xiomara Castro lo sugirió en la campaña. La presión de Washington se hizo sentir, y rápidamente se informó que esa no era una decisión tomada.
Con todos los retos que tiene por delante, el mayor será luchar contra la corrupción y el narcotráfico, que ha transformado al país en un pasadizo de droga hacia Estados Unidos, con casos de supuestos sobornos recibidos hasta por las más altas autoridades, acusaciones de las que no escapan Zelaya ni el actual Presidente, Juan Orlando Hernández, cuyo hermano fue extraditado y condenado por la justicia norteamericana, y él mismo está en la mira de los fiscales de Nueva York.