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Editorial
Martes 30 de noviembre de 2021
Boric y el retiro del 10%
"Al insistir en esta medida, desmiente en los hechos un giro moderador y pone en duda la relevancia de su consejo asesor".
Contra el tiempo, la comisión mixta del Congreso retomó ayer la discusión del proyecto que autorizaría un cuarto retiro desde los fondos previsionales, en la idea de que la iniciativa pueda ser despachada por el Legislativo antes de la segunda vuelta presidencial. Aunque no es claro si dicha comisión alcanzará un acuerdo, es obvio el interés de la oposición por hacer de este nuevamente un tema de campaña. Con todo, la discusión ofrece una oportunidad para medir la credibilidad de la estrategia asumida por el candidato presidencial de la izquierda, Gabriel Boric, y el aparente giro moderador de su discurso tras la primera vuelta.
Como se sabe, Boric ha insistido en la aprobación del proyecto, pero ello ya no solo contrasta con la que fuera su posición inicial sobre la materia, sino que además ahora lo sitúa en contra de la opinión de la mayoría de los economistas que la semana pasada convocara a su consejo asesor. De este modo, los evidentes perjuicios de los retiros sobre las pensiones futuras y el funcionamiento del mercado de capitales —cuestiones que correctamente han advertido en el pasado la mayoría de esos economistas— parecen no importarle suficientemente al candidato de la izquierda, quien insiste así en una política que, aunque probablemente popular, supone en definitiva un alto costo social. Las medidas paliativas que Boric ha planteado, como establecer un menor tope, esparcir los retiros en el tiempo o disponer el pago de impuestos, no logran mitigar los daños fundamentales de este proyecto, y así ha sido transversalmente reconocido. Tampoco es creíble la idea de aprobar una cláusula que limite futuros retiros: en los últimos años el Congreso sistemáticamente ha sobrepasado sus atribuciones, por lo que un acuerdo de no hacerlo en el futuro no es una señal de responsabilidad. Cabe, por lo demás, recordar que todos los anteriores retiros también se han aprobado bajo el argumento de ser una medida excepcional “por una única y última vez”.
En este contexto, se plantean serias dudas sobre la verdadera disposición del candidato por moderar su programa económico. Inevitable es además recordar que el propio postulante había sido inicialmente contrario a un cuarto retiro —así lo manifestó en la campaña de primarias—, pero que cambió de postura luego de una fuerte presión del Partido Comunista y de otros dirigentes del Frente Amplio. Al insistir en esta línea, quedan bajo cuestión los criterios que él privilegiaría en caso de gobernar. Por de pronto, se abre una importante duda respecto de la relevancia de su consejo asesor. En efecto, ¿de qué sirve una instancia como esta si la opinión de sus miembros es abiertamente contradicha en una materia de este alcance? Esta tensión plantea además interrogantes sobre otras propuestas que puedan surgir de ese consejo, toda vez que —a juzgar por la posición asumida por el candidato en este tema— este no parece ser un grupo cuya opinión vaya a ser determinante y que pueda así modificar los aspectos más cuestionados del programa. Por lo mismo, es también el prestigio de esos economistas el que aparece desafiado en esta discusión, frente a la interrogante de si su incorporación a la campaña obedece efectivamente a la posibilidad de jugar un rol moderador o si se trata simplemente de que la tecnocracia de centroizquierda ha privilegiado posiciones políticas antes que principios económicos básicos.
La candidatura de Boric ha presentado un programa extraordinariamente generoso en gastos y voluntarioso en recaudación. La inquietud sobre su viabilidad y su impacto en el crecimiento económico ha llevado al candidato a convocar a un grupo de técnicos destacados para dar sustento a sus propuestas. La posición del postulante frente al cuarto retiro, sin embargo, parece borrar con el codo el esfuerzo moderador que ha manifestado.