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Cartas
Jueves 11 de noviembre de 2021
Acusación constitucional
eñor Director:
La Cámara de Diputados ha aprobado la acusación constitucional contra el Presidente. Como dijo el diputado Jaime Naranjo, gran protagonista de la inolvidable jornada, la Cámara no tolera más los abusos ni la impunidad. Ello la dignifica ante la ciudadanía, que apoya abrumadoramente la destitución de Piñera.
Si el Senado la confirma, tendría un significado histórico relevante y positivo para la sana convivencia social y la legitimidad del sistema democrático. Nada menos que resolver ahora la crisis política nacional en curso, designando una autoridad legítima a la cabeza del Estado. Aunque dicha destitución se abra paso por otros medios, esta acusación pasará a la historia, pues en ella participaron millones de compatriotas y fue noticia mundial.
Junto a la Convención, el 18-O habrá alcanzado así, simbólicamente, sus objetivos principales. De este modo, la transformación en curso puede seguir su trayecto principalmente por los cauces así abiertos.
Por cierto queda aún todo por hacer en cuanto a las reformas necesarias que el país requiere y el pueblo exige. Pero la institucionalidad política que así está naciendo, reforzada por la próxima elección presidencial y parlamentaria, y la redacción y promulgación de una nueva Constitución, debería ser capaz de completarlas en lo fundamental.
Porque seguirá empujada desde abajo, como sucede hoy con los retiros y la acusación, por un pueblo que inicia esta nueva irrupción masiva en el espacio político; las dos últimas han durado siete años cada una.
Se honrará así la mejor tradición del sistema político chileno que, a lo largo de dos siglos, generalmente ha sido capaz de conducir grandes transformaciones por un cauce legal, democrático y singularmente pacífico. El respeto del mundo por ello es simbolizado en la veneración universal por el Presidente Salvador Allende.
Como ha dicho un periodista talentoso aunque conservador, el contenido del 18-O es acabar con lo que se inició el 11 de septiembre de 1973. Lo sucedido tras la derrota de la Revolución Chilena, por sanguinaria mano ajena con intervención de una potencia extranjera, seguida de tres décadas en que el dinero se adueñó de la política, fue la restauración de los vástagos de la vieja oligarquía, que otro periodista de talento bautizó como los “Hijos de Pinochet”.
Nadie los personifica mejor que Piñera, hoy acusado por la Cámara de Diputados.
Manuel Riesco
Vicepresidente Cenda