Señor Director:

Las palabras del secretario general de Revolución Democrática, Sebastián Depolo, no son un “error”, son un destello de claridad y franqueza en medio de la espesa bruma de promesas, deseos y buenas intenciones que dominan en el discurso y la campaña de Boric.

“Vamos a meterle inestabilidad al país”, dijo, “vamos a hacer transformaciones importantes”. No habló de refundar el país. ¿Sabe Depolo que un gobierno de refundación nacional no tiene gobernabilidad ni viabilidad democrática? Sí, lo sabe tan bien como Boric o Jadue; la diferencia está en que estos lo callan o lo enmascaran y él lo dice abiertamente. Por esto mismo costó tanto el parto del programa de Apruebo Dignidad; salió con fórceps a la hora undécima, en parte, porque había que hacer compatible el pingüinismo con el comunismo, pero en parte también por discrepancias acerca de cómo pintar la máscara, y darle visos de rostro amable.

Digámoslo de una vez: este “programa” no es equivalente al de las otras candidaturas; hay un equívoco, un malentendido, en esto: no se trata de una propuesta de medidas orientadas a procurar soluciones, sino de medidas que provoquen inestabilidad, que cautiven la imaginación aunque sean irrealizables. Esta estrategia es más conocida que el hilo negro; antes se decía “agudizar las contradicciones”. En palabras de Depolo se trata de que este “será un gobierno difícil de gestionar. Hay altas expectativas, pero altas restricciones. Eso es un cóctel para que la gente se frustre”. ¿Por qué no agradecer esta franqueza? También Boric en momentos de lucidez ha dicho que aún no estaba preparado para gobernar. ¿Por qué no creerle si fue recién el año pasado?

Marcos García de la Huerta