La gira permitió conocer algunos ejes de la diplomacia del Presidente Biden respecto del sur de América, entre los que destaca la preocupación por el funcionamiento de la democracia, el aumento de la inseguridad, del narcotráfico y del flujo migratorio, el mayor en varias décadas, no limitado al triángulo centroamericano: se deben sumar sobre seis millones de expatriados por la pobreza y dictadura en Venezuela, y las migraciones derivadas de tragedias políticas, de la naturaleza y económicas en Haití.

Biden se ha visto forzado a reaccionar ante críticas por su gestión migratoria. La compleja realidad lo forzó a priorizar acuerdos de contención migratoria con el Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y, luego, a través de la vicepresidenta Kamala Harris, con El Salvador, Honduras y Guatemala. Ambas gestiones parecen no haber tenido buenos resultados: en lo que va de este año, un millón ochocientos mil migrantes han intentado ingresar por el sur del Río Grande, desde México. Lo sucedido no es ajeno a Chile, mencionado por Blinken. Miles de haitianos, partiendo desde nuestro país, han buscado entrar a EE.UU., que rechaza su ingreso y sugiere su retorno a nuestro territorio. Incierto es el desenlace y escasa la información sobre las gestiones diplomáticas de tal cometido.

Como Barack Obama en su visita Chile en 2011, sin el brillo de este, pero con mayor profundidad, aprovechó su intervención en la Universidad de San Francisco de Quito para dar su visión sobre algunos desafíos para la democracia en la región. Mencionó especialmente la corrupción, considerada, por primera vez, como de interés para la seguridad de Estados Unidos. Agregó su inquietud por las amenazas totalitarias de reformas a los poderes judiciales, la falta de respuesta efectiva de los gobiernos a las legítimas aspiraciones de progreso de su población, y la inseguridad ciudadana por la violencia, el narcotráfico y la criminalidad. Explícito fue su reconocimiento de Colombia como principal aliado en la región: reafirmó el apoyo al dificultoso proceso de paz, celebró y ofreció colaboración a la acogida colombiana a más de un millón y medio de refugiados venezolanos, y destacó el compromiso de EE.UU. con los derechos humanos y el combate del cambio climático.

El secretario de Estado se manifestó optimista por el futuro de la democracia, pero ofreció limitados recursos para contribuir a enfrentar sus desafíos. Implícita fue su referencia a los estados de excepción vigentes en Ecuador y Colombia, al justificar estas medidas ante amenazas a la seguridad de la población. Notoria fue su omisión de nuevos acuerdos comerciales, lo que se explica por la falta de una política comercial liberal de Biden, que parece continuador del proteccionismo de Donald Trump. Blinken no pudo evitar referirse a las inversiones de China en la región, enfatizando los beneficios superiores del intercambio con Estados Unidos para la libertad, innovación y progreso de los pueblos, haciendo referencias a la iniciativa norteamericana “Build Back Better World” (B3W).

Conferencia regional de migraciones en Colombia

Manifestación de la motivación central de la gira de Blinken fue su copresidencia del encuentro regional de ministros convocado por Colombia.

En la ocasión, el Presidente Duque propuso un censo regional de los migrantes para adoptar decisiones informadas, requirió de la coordinación respecto de los visados, mayores aportes extranjeros a los países receptores, promoción de inversiones y empleos, y acciones conjuntas para combatir el tráfico de personas y la criminalidad. Blinken agregó la facilitación de los procesos burocráticos a quienes tengan “justificación válida” y crear opciones para proteger a quienes no puedan tener asilo, para que sea “más fácil su repatriación”. Habló de fórmulas como el regreso voluntario de migrantes con asistencia a otro territorio, no necesariamente su país de origen; también, de dar prioridad a los migrantes venezolanos e identificar las causas estructurales de la migración. Y anunció que Estados Unidos impulsará un fondo regional de respuesta a la crisis migratoria.

Oscuros financiamientos políticos desde Venezuela

Reveladores antecedentes surgen de la detención, en España, del general Hugo Armando Carvajal, por nueve años director de Inteligencia Militar durante los regímenes de Chávez y Maduro. Según medios de prensa españoles, sus declaraciones aportarían nuevos antecedentes sobre el financiamiento a partidos y líderes políticos de preferencia de los mandatarios venezolanos.

Los trascendidos sugieren como beneficiarios a Podemos, partido oficialista en España; a los expresidentes Lula da Silva, Evo Morales, Ollanta Humala, Fernando Lugo, Néstor Kirchner y Manuel Zelaya, y al aspirante a la presidencia de Colombia Gustavo Petro. Pruebas definitivas, extensivas a otros favorecidos y países, podrán surgir del proceso siguiente a la extradición ya decretada a requerimiento de Estados Unidos —si bien suspendida el viernes por un error procesal— por las presuntas responsabilidades de Carvajal en sobornos, lavado de dinero y financiamiento del terrorismo.