Uno de los tantos efectos negativos de la pandemia ha sido el aumento de elementos usados, hasta con mascarillas regadas en las calles de ciudades y también en áreas rurales, pese a los reiterados llamados a la población para disponer y eliminar adecuadamente este tipo de basura.

Si bien las voces de alerta se escuchan desde hace más de un año, solo en la Región del Biobío se desarrollan iniciativas destinadas a su recuperación y reciclaje.

El proyecto penquista permite la transformación del polipropileno, material con el que están elaborados algunos protectores, en artículos utilitarios como maceteros, portalápices y bandejas, entre otros.

La iniciativa es impulsada por la Unidad de Desarrollo Tecnológico de la Universidad de Concepción (UDT) y surgió durante el trabajo de una mesa convocada por el gobierno regional y en la que participa la Asociación de Industriales Pesqueros (Asipes). Con el apoyo de esa instancia, sumado a aportes de representantes locales de los ministerios de Ciencia y del Medio Ambiente, entre julio y diciembre de 2020 fueron recolectados más de 145 kilos de mascarillas —de tres pliegues y N95—, las que tras un proceso mecánico se convirtieron en posavasos.

Ese hito permitió que posteriormente, en mayo de este año, la iniciativa fuera activada en plantas pesqueras del Biobío con el objetivo de disminuir la contaminación en la zona.

Esta semana, y con el compromiso de recoger una tonelada de mascarillas por mes, la UDT, la empresa Softys —filial de CMPC— y el municipio de Concepción firmaron un convenio para ejecutar el programa de reciclaje “Resetea la mascarilla” en la capital del Biobío.

Como plan piloto, el objetivo es el reciclaje de una tonelada de tapabocas al mes, lo que equivaldría, según se informó, a más de 200 mil unidades.

La recolección se realizará mediante diez puntos de reciclaje instalados en zonas estratégicas como colegios, dependencias municipales y empresas de Concepción.

El director ejecutivo de la UDT, Alex Berg, comenta que el proceso pasa de la recolección a la desinfección térmica. Posteriormente, las mascarillas son molidas y el polipropileno no tejido que las compone se convierte en pellet, como materia prima.

“Estamos utilizando una técnica que se llama moldeo por inyección, súper común en la industria del plástico, en que puedes producir una gran cantidad de productos y lo que estamos produciendo son maceteros, bandejas, basureros, pero se pueden producir muchos otros teniendo los moldes”, afirma.

La UDT, hasta el 30 de septiembre, había trabajado con 13 empresas, y entre agosto y septiembre, con seis colegios de Concepción, Talcahuano, Coronel y Tomé. Desde julio de 2020 han sido recolectadas más de 2,1 toneladas de mascarillas, equivalentes a unas 500 mil unidades.