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Domingo 17 de octubre de 2021
Las dudas ante el aparente giro hacia la moderación de la diplomacia venezolana
Cambio de canciller, garantías para las elecciones, acercamiento a la UE, entre otros temas, se producen cuando las arcas fiscales están golpeadas y quedan en suspenso por la extradición ayer a EE.UU. de un empresario cercano al régimen.
Félix Plasencia, diplomático de carrera, dejó el cargo de embajador en China el 19 de agosto pasado para asumir como canciller de Venezuela. En esos dos meses realizó algunos viajes, incluida la Asamblea General de Naciones Unidas, y tuiteó y habló poco, un contraste con su antecesor Jorge Arreaza, quien en los cuatro años que ocupó el cargo fue al choque con quien cuestionara al régimen. Es un aparente giro en la diplomacia chavista, en sintonía con otros cambios del oficialismo y en momentos en que escasean los petrodólares, pero los expertos advierten sobre los reales intereses del gobierno de Nicolás Maduro y de la inestabilidad de la nueva postura.
La salida de Arreaza coincidió con la firma el 13 de agosto de un memorándum de entendimiento entre el chavismo y la oposición liderada por Juan Guaidó, el paso previo al inicio el 3 de septiembre del diálogo en México, el sexto intento en siete años de ambos bloques por solucionar la crisis económica y social que vive el país y que ha hecho migrar a más de cinco millones de venezolanos. Mientras que el chavismo busca principalmente el levantamiento de las sanciones impuestas contra el gobierno y autoridades.
El proceso debía iniciar hoy su cuarta ronda, que muestra como gran logro la presencia opositora en las elecciones regionales del próximo 21 de noviembre, un giro total luego de la abstención de las legislativas de 2020 y de las presidenciales de 2018 por considerar que no estaban las condiciones mínimas para competir.
Pero el jefe de la delegación del oficialismo, Jorge Rodríguez, dijo ayer que el chavismo “suspende” su participación en las negociaciones luego de la extradición ayer desde Cabo Verde a EE.UU. del empresario colombiano Alex Saab, acusado de corrupción por Washington y cercano a Maduro. Saab fue arrestado hace 16 meses al hacer una parada en Cabo Verde cuando se dirigía a Irán para lo que el gobierno chavista ha descrito como una misión humanitaria diplomática.
Previo a este quiebre hubo señales positivas con EE.UU. El 12 de agosto, Ned Price, vocero del Departamento de Estado norteamericano, aseguró que EE.UU. está dispuesto a revisar su política de sanciones a Venezuela en caso de que haya “avances significativos” en las conversaciones entre el chavismo y la oposición, algo que ahora parece complicado.
En ese mismo contexto, la Unión Europea (UE) anunció el 29 de septiembre el envío de una misión de observación para los comicios en que serán renovadas todas las gobernaciones, alcaldías y los concejales, luego de 15 años de ausencia de este tipo de misiones europeas en Venezuela.
Los lazos a ambos lados del Atlántico siguieron estrechándose: el 6 de octubre Venezuela nombró a Yván Gil como nuevo representante en Bruselas, ocho meses después de una crisis diplomática que involucró la expulsión de embajadores. Gil tomó el lugar de Claudia Salerno, declarada por la UE persona non grata en febrero de este año luego de que Maduro hiciera lo mismo con la embajadora de la UE en Venezuela, Isabel Brilhante Pedrosa, y la expulsara del país en respuesta a las sanciones impuestas contra funcionarios chavistas. El bloque, a su vez, designó como nuevo encargado de negocios en Venezuela a Rafael Dochao, exembajador de la UE en Chile.
El 8 de octubre, “siguiendo las líneas estratégicas del canciller Félix Plasencia”, la viceministra para Europa, Daniela Rodríguez, tuvo una reunión virtual con los jefes de misiones diplomáticas de Venezuela en ese continente, “con miras a coordinar nuevas iniciativas para redinamizar la relación con esta importante región”.
Rodríguez escribió en Twitter que “se han abierto unos muy interesantes escenarios en el contexto geopolítico actual y la necesidad histórica de avanzar en relaciones armónicas de cooperación con base al respeto de los principios del derecho internacional, a la independencia y soberanía de Venezuela”.
Acercamientos interesantes, pero con matices. El diplomático venezolano Milos Alcalay vio con “esperanza el nombramiento del internacionalista Félix Plasencia, ya que conociendo su trayectoria profesional, su compromiso era el de aportar para influir en el cambio de la política de confrontación que de forma radical caracteriza la actuación del Presidente Maduro y sus principales voceros”.
Pero el embajador ante Naciones Unida entre 2001 y 2004 (renunció por desacuerdos con Hugo Chávez) agrega que, dos meses después del nombramiento, se ve que “no hay una verdadera opción de poder cambiar las orientaciones de la diplomacia del régimen”, ya que el oficialismo busca “presentarse dispuesto al cambio para eliminar las sanciones y cambiar su imagen”, con el objetivo de “mantenerse en el poder con la misma característica totalitaria” y “para hacerlo, han manipulado su actuación con un doble estándar”.
El cambio de tono exterior no es el único acercamiento impensado del chavismo.
Amistades
La presencia a mediados de julio pasado de la vicepresidenta Delcy Rodríguez en el foro anual de Fedecámaras, la principal patronal empresarial del país, fue considerada un gesto de distensión tras casi dos décadas de ruptura. La aproximación ocurrió luego de que las sanciones internacionales, de siete años de caída de los precios del petróleo (principal exportación del país) y de años de desinversión en la materia golpearon con dureza las arcas fiscales.
El propio canciller Plasencia explicó el deterioro de las finanzas del régimen en una de las pocas entrevistas que dio desde que asumió. “La magnitud del daño (provocado por las sanciones internacionales) es inmensa, se puede magnificar en cifras: más de US$ 35.000 millones del pueblo venezolano están congelados en distintos espacios bancarios o financieros”, dijo Plasencia a comienzos de este mes a la agencia oficial turca Anadolu durante un viaje a ese país.
Entre las otras “pérdidas”, el canciller mencionó el oro que “está de alguna manera usurpado, hurtado, en el Banco de Inglaterra”, en alusión a la decisión británica de reconocer a Guaidó como mandatario legítimo de Venezuela y darle acceso a las reservas de oro; “una compañía petrolera propiedad de los venezolanos que vale miles de millones de dólares y que está en EE.UU., Citgo”, también entregada a la administración opositora durante la presidencia de Donald Trump; y culpó a la “facilitación que dieron esos irresponsables seudolíderes de la oposición que han participado en eventos tristemente recordados como aquel desde Cúcuta”, sobre el intento de ingresar ayuda humanitaria desde la frontera con Colombia en febrero de 2019.
El internacionalista venezolano Carlos Romero apunta en el sentido de escasez de divisas y considera que, más que “un giro en la política exterior de Venezuela a partir del cambio de canciller”, actualmente “siguen en práctica las mismas bases de cuando estaba Arreaza, y las diferencias que existen se deben a la coyuntura”.
Mientras que Alcalay considera que el acercamiento del chavismo a los sectores productivos privados también responde al momento actual, y que “utilizarán a esos ‘compañeros de ruta' mientras los necesiten, y luego volverán a aplastarlos como en el pasado, porque no existe una verdadera disposición de cambio ni de transparencia”.
En Chile
En sus dos meses, el canciller venezolano también marcó presencia en Chile. Luego de las manifestaciones y agresiones a ciudadanos venezolanos en Iquique a fines de septiembre, Plasencia envió a Chile a su vicecanciller para América Latina, Rander Peña, para activar un plan de repatriación de sus ciudadanos. En ese contexto, el embajador de Venezuela en Chile, Arévalo Méndez, viajó al norte a ofrecer asientos en vuelos a Caracas a quienes quisieran regresar, como parte del “Plan Vuelta a la Patria”. Finalmente, a comienzos de este mes, solo 200 venezolanos se acogieron al programa y regresaron a su país.