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Cartas
Viernes 01 de octubre de 2021
Drama migratorio
Señor Director:
Las migraciones, por diferentes motivos, han sido una de las mayores tragedias de los últimos años en el mundo. Todas atendibles y muy preocupantes.
Una de las fronteras más desiguales que existen en nuestro planeta no es la de México con Estados Unidos, sino la del norte de África con Europa, sin considerar, por la falta de información, la de Corea del Sur y Corea del Norte.
Viví entre los años 1974 y 1994 en Argentina como inmigrante. No tengo más que agradecimientos y sentí que era una realidad lo establecido en el Preámbulo de su Constitución: “Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina”.
Fueron veinte años, de innumerables vicisitudes para unos chilenos residentes en Argentina; sin embargo, jamás nos sentimos amenazados ni afectados.
Sepamos devolver la mano recibida, hacia otros, y ser consecuentes con las estrofas de nuestro himno nacional, cuando dice “el asilo contra la opresión”, que no es solo política, también humanitaria.
Miles de chilenos están orgullosos del padre Alberto Hurtado; entonces, que no olviden que “hay que dar hasta que duela” y, además, practiquémoslo.
La falacia de que entre los migrantes podría haber gente perseguida por la justicia es una mala justificación para no ser solidarios: en el Derecho Penal la fórmula de Blackstone (también conocida como ratio de Blackstone) es un principio que establece que “es mejor que diez personas culpables escapen a que un inocente sufra”. Cumplamos con nuestra obligación moral y ayudemos a resolver este drama humano.
Pablo Dittborn