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Viernes 01 de octubre de 2021
Dichos de Jaime Bassa
Señor Director:
El doctor en Derecho Jorge Contesse califica de “sorprendente”, “inexplicable” y “torcida” (demasiados calificativos juntos) mi refutación al vicepresidente de la Convención Constitucional (Jaime Bassa), quien declaró que “si la Constitución establece que un año después el gobierno debe llamar a elecciones, este lo tendrá que hacer”. En el mundo tuitero, mi denuncia fue calificada por su colega Javier Couso de “deshonestidad intelectual”, y la constituyente Patricia Politzer se preguntó si acaso incurrí en una “falta a la ética” al controvertirlo.
Ratifico que tal declaración desafía y desconoce la legalidad y legitimidad imperante. No discutí sobre las excepciones establecidas en la Constitución para poner término anticipado al período de las autoridades que elegiremos el próximo 21 de noviembre, ya que el señor Bassa no aludió a ellas. Alterar esos términos de referencia es lo “sorprendente”, “inexplicable”, “torcido”, “deshonesto” y “falto de ética”.
Este vicepresidente defendió la tesis jacobina de que la Convención no estaría constreñida por norma o acuerdo político alguno y Contesse la profundizó estimando que, al aprobarse plebiscitariamente la nueva Constitución, se subsanan los vicios cometidos en su elaboración, pues el pueblo es soberano para decidir sin cortapisas, argumentación reconducible a Carl Schmitt, el constitucionalista del nazismo.
Concluye el profesor Contesse llamando a la mesura en el debate público, pues —nos dice y esta vez con razón— que está en juego la nueva Constitución. Efectivamente por este motivo no se puede “hacer trampa” extralimitando las competencias de la Convención so pretexto de que debemos colaborar en su aprobación.
Si no se respeta la reforma constitucional nacida del Acuerdo por la Paz Social y la nueva Constitución, el futuro texto tendrá la misma ilegitimidad del reemplazado. Casi todos queremos una nueva Constitución. Pero no cualquiera y yo —al menos— quiero una que sea republicana, prístina, no espuria ni menos atrapada en el pasado.
Juan Ignacio Correa
Abogado
El doctor en Derecho Jorge Contesse califica de “sorprendente”, “inexplicable” y “torcida” (demasiados calificativos juntos) mi refutación al vicepresidente de la Convención Constitucional (Jaime Bassa), quien declaró que “si la Constitución establece que un año después el gobierno debe llamar a elecciones, este lo tendrá que hacer”. En el mundo tuitero, mi denuncia fue calificada por su colega Javier Couso de “deshonestidad intelectual”, y la constituyente Patricia Politzer se preguntó si acaso incurrí en una “falta a la ética” al controvertirlo.
Ratifico que tal declaración desafía y desconoce la legalidad y legitimidad imperante. No discutí sobre las excepciones establecidas en la Constitución para poner término anticipado al período de las autoridades que elegiremos el próximo 21 de noviembre, ya que el señor Bassa no aludió a ellas. Alterar esos términos de referencia es lo “sorprendente”, “inexplicable”, “torcido”, “deshonesto” y “falto de ética”.
Este vicepresidente defendió la tesis jacobina de que la Convención no estaría constreñida por norma o acuerdo político alguno y Contesse la profundizó estimando que, al aprobarse plebiscitariamente la nueva Constitución, se subsanan los vicios cometidos en su elaboración, pues el pueblo es soberano para decidir sin cortapisas, argumentación reconducible a Carl Schmitt, el constitucionalista del nazismo.
Concluye el profesor Contesse llamando a la mesura en el debate público, pues —nos dice y esta vez con razón— que está en juego la nueva Constitución. Efectivamente por este motivo no se puede “hacer trampa” extralimitando las competencias de la Convención so pretexto de que debemos colaborar en su aprobación.
Si no se respeta la reforma constitucional nacida del Acuerdo por la Paz Social y la nueva Constitución, el futuro texto tendrá la misma ilegitimidad del reemplazado. Casi todos queremos una nueva Constitución. Pero no cualquiera y yo —al menos— quiero una que sea republicana, prístina, no espuria ni menos atrapada en el pasado.
Juan Ignacio Correa
Abogado
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