Si las elecciones de ayer en Alemania tenían un sabor especial, por ser las que definirán el gobierno que tomará las riendas del país tras 16 años de Angela Merkel al poder, los resultados oficiales agregaron otro condimento más a la carrera por la Cancillería. El conteo final dio como ganador de los comicios al Partido Socialdemócrata (SPD) de Olaf Scholz, aunque solo con una leve ventaja frente a la Unión Cristianodemócrata (CDU), de Merkel, y su candidato a la Cancillería, Armin Laschet, tanto en el voto popular como en la distribución de escaños, lo que adelanta una ardua negociación para formar gobierno.

Con los 299 distritos electorales del país contabilizados, el SPD se quedó con la primera mayoría de los comicios con 25,7% los votos, mientras que la CDU —junto con sus socios bávaros de la Unión Social Cristiana (CSU)— lograron un 24,1% de apoyos en la jornada. De esta forma, la cantidad de asientos proyectados para el SPD en el Bundestag (Parlamento) quedó entre 206 y 209, mientras que la alianza CDU/CSU se quedó con entre 194 y 196 asientos. La mayoría, que varía dependiendo de una serie de reglas, habría quedado en 370 bancas.

El resultado significó una gran victoria para el SPD, que no lograba el primer lugar en unas elecciones federales desde 2002 y que en los comicios anteriores (2017) obtuvo 20,5% de los votos, el peor desempeño de su historia. Del otro lado, el panorama representó un gran retroceso para la CDU/CSU, que en los últimos comicios, con Merkel a la cabeza, alcanzaron un 32,9% de las preferencias. “Esto duele”, reconoció el secretario general de la CDU, Paul Ziemak, tras conocer los sondeos a boca de urna que entregaron resultados similares a los oficiales, en lo que marcó el peor registro de la CDU desde la II Guerra Mundial.

Coaliciones

Aún así, tanto el SPD como la CDU quedaron con grandes posibilidades de formar gobierno mediante una coalición con otros partidos.

Tras las primeras proyecciones, Scholz sostuvo que se trataba de un “gran éxito” y afirmó que “muchos ciudadanos (...) quieren un cambio de gobierno” y que él sea “el próximo Canciller”. Pero los conservadores, pese a su resultado “decepcionante”, también prevén formar el próximo Ejecutivo, advirtió Armin Laschet. “Haremos cuanto podamos para construir un gobierno dirigido por la Unión”, aseguró.

Ambos candidatos expresaron que esperan que haya acuerdo antes de Navidad. El antecedente no es demasiado auspicioso: en 2017 se necesitaron más de seis meses para pactar la actual coalición de conservadores y socialdemócratas.

Como actores clave en estas negociaciones entrarán formaciones como Los Verdes (14,8% de los votos), que hasta ayer solo habían superado la marca del 10% en 2009, y los Liberales (11,5%), cuyo candidato, Christian Lindner, no descartó aliarse con Los Verdes en una coalición liderada por los conservadores (conocida como “Jamaica”, por los colores de los tres partidos). Detrás de estos quedó la formación de extrema derecha Alternativa para Alemania (10,3%), con la que ninguno de los otros partidos tiene interés en pactar.

“Mientras que el FDP prefiere la coalición ‘Jamaica', la base del Partido Verde preferiría tener un ‘Semáforo' (con los socialdemócratas y los liberales). Pero la dirección del Partido Verde sabe que le resultará más difícil dejar su huella en una coalición ‘Semáforo' porque las similitudes con el SPD son muy grandes. Si tiene capacidad para impulsar una coalición ‘Jamaica' (…) todavía es una cuestión abierta”, dice a “El Mercurio” Thomas Jager, académico de ciencias políticas de la Universidad de Colonia.

“Por lo general, siempre predeciríamos una coalición entre CDU/CSU y SPD (porque son solo dos facciones en lugar de tres). Sin embargo, están profundamente divididos dentro de los partidos con respecto a esta opción de gobierno y tampoco quieren volver a gobernar juntos”, comenta a este diario Martin Gross, experto en coaliciones de partidos de la Universidad de Munich, por lo que tendría pocas posibilidades.

Procedimiento

Con los resultados oficiales ya en mano, los partidos iniciarán la negociación para formar una coalición de gobierno, que decidirá quién será el próximo Canciller (la única mujer líder de partido, Annalena Baerbock de Los Verdes, quedó sin posibilidades), cuáles serán los ministros del futuro gobierno y los términos del acuerdo.

Durante esta fase, el actual gobierno de Merkel permanecerá en funciones hasta que se nombre a la nueva administración.

Los partidos interesados en formar una coalición deben nominar a su Canciller ante el Bundestag, que deberá votar para aprobar o rechazar al Ejecutivo. Pero incluso este cálculo es complicado antes de que se aclaren los asientos ganados por cada partido, ya que debido al sistema de elecciones en Alemania el número de escaños varía, dependiendo de los resultados en cada circunscripción y los votos recibidos por cada lista de partidos, lo que según las proyecciones llevarían al próximo Parlamento a tener 740 asientos, superando los 709 actuales.

Si no llegase a surgir una alianza entre partidos, el Presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, del SPD, puede nominar un posible Canciller, que podría salir del partido con la mayor cantidad de votos. El Parlamento deberá entonces votar en secreto, y el candidato ganador deberá obtener una mayoría absoluta. En caso de no alcanzarla, se hará una segunda votación dos semanas después, y si aún no hay mayoría absoluta, habrá de inmediato una tercera votación en la que se puede dar un ganador con mayoría relativa. Así, el Presidente debe decidir si nombra al Canciller como jefe de un gobierno de minoría o si disuelve el Bundestag y convoca a nuevas elecciones.