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Editorial
Sábado 18 de septiembre de 2021
La variante Delta en Chile
Las diferencias entre distintas regiones del mundo aún no logran explicarse.
Aunque en el resto del planeta la variante Delta del virus corona ha provocado estragos, en América Latina no ha tenido un efecto similar. En alguna medida se atribuye a la aparición de esta cepa el aumento de enfermos registrado en el mundo en la tercera ola de la pandemia. Esta, si bien no causó los estragos de la segunda ola, cuando se alcanzaron cerca de 900 mil casos como promedio diario de una semana, sí superó los 650 mil. Hoy ya está en retroceso, llegando en esta semana a 550 mil por día. La explicación ha estado en la alta sensibilidad a la cepa Delta observada en América del Norte y Centroamérica; pero en América del Sur no se ha registrado aumento alguno.
En Chile, la variante Delta se pesquisó por primera vez hace casi tres meses, pero en este período no se han observado más de 750 contagios, y su temida virulencia tampoco ha provocado una proporción de muertes comparable con otras latitudes. Ha habido algún grado de contagios internos, pues algo más de la mitad de los casos observados corresponde a gente que no ha salido de Chile. Sin embargo, no se ha producido un verdadero rebote. Es más, otra cepa, la variante Mu, ha ocasionado una cantidad algo mayor de casos y muertes. No obstante, ninguna ha provocado más calamidades que las de las cepas originales.
A diferencia de estas, el arribo de las nuevas variantes ha encontrado a un país más preparado. Las autoridades han extremado los controles en las fronteras y se mantiene bajo vigilancia a los viajeros. Además, existe ya un alto nivel de inmunización, por vacunas y por haber tenido la enfermedad. Se ha buscado encontrar en esta diferencia de inmunidad la explicación de su menor impacto en Chile, pero se trata solo de una correlación, insuficiente para establecer causalidad. Y desde luego llama la atención que el mismo fenómeno de baja virulencia de la variante Delta se ha observado en Perú y en Bolivia, donde la vacunación alcanza a poco más del 25 por ciento de la población. O Paraguay, donde casi no se registran nuevos enfermos. En todos los países sudamericanos, además, las cifras van a la baja.
No es lo que se ha visto en Estados Unidos o Israel, donde la aparición de la variante produjo intensos aumentos de los contagios. El caso israelí es particularmente ilustrativo, pues fue un auténtico modelo de vacunación general, pero más tarde estuvo entre los países con mayores números de contagios. En la amplia extensión de Estados Unidos se han estudiado las diferencias que podrían explicar las variaciones y se ha demostrado que el riesgo de hospitalización de los no vacunados es diez veces mayor. Pero si esto prueba el valor de las vacunas, no logra explicar las grandes diferencias en la fuerza de la pandemia en distintas regiones del mundo.
Las buenas noticias respecto de la enfermedad pueden fácilmente hacer bajar la guardia y exponer a la población a nuevas recaídas. Por ello, las autoridades hacen bien en mantener el máximo de prudencia en cuanto a la liberación gradual de restricciones. Si se toman en cuenta las fechas de celebración histórica, como el 18 de septiembre, cuando se reúnen grandes números de personas a festejar, es necesario acentuar los mensajes de cautela e insistir en las medidas más simples y eficaces, como la distancia y el uso de las mascarillas.