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Editorial
Jueves 16 de septiembre de 2021
Un país moderado y crítico
"La crisis de 2019 parece haber ido perdiendo relevancia a ojos de la ciudadanía, al tiempo que la percepción económica registra sus mejores números en más de una década".
Valiosa resulta la vuelta de la encuesta CEP al modo presencial. El estudio difundido ayer exhibe una tasa de respuesta de 68 por ciento, 55 puntos más alta que la mostrada por la anterior encuesta —telefónica— de abril pasado. Ese 13 por ciento anterior estaba en línea con las tasas de contestación que exhiben los sondeos que periódicamente se conocen en el país. En la práctica, ello supone márgenes de error muy altos (más allá de los informados) y “ruido” de una medición a otra. Sorprende, sí, el extenso plazo entre el comienzo del trabajo de campo y el momento en que se ha dado a conocer la encuesta. Respecto de sus resultados, uno de los puntos interesantes es el escaso apego efectivo que generan los distintos candidatos presidenciales, muy por debajo de las proporciones que obtienen en otros estudios. Por cierto, el fenómeno está influido por ese 50 por ciento de encuestados que no se pronuncia por ningún candidato, a pesar de tratarse de una respuesta espontánea. El fenómeno parece reflejar el enorme vacío de liderazgo que hoy se observa en la política chilena.
El Ejecutivo —si bien sube en 10 puntos, a un 16%, el nivel de aprobación que exhibía en diciembre de 2019— no tiene una presencia mayor. Incluso el combate contra la pandemia —nacional e internacionalmente reconocido y que coloca a la subsecretaria de Salud Pública como el personaje mejor evaluado en el país— no le ha permitido al Gobierno ocupar un lugar relevante en esta etapa. El Legislativo, en tanto, actúa de manera oportunista —como deja en evidencia la discusión del cuarto retiro previsional—, pero aunque aspira a conseguir así el favor ciudadano, no muestra capacidad de generar confianza en la población. La propia Convención Constitucional registra niveles de confianza más bien mediocres, tratándose de una institución nueva y que inició su trabajo en medio de altas expectativas; probablemente, sus números son el resultado de aparecer a menudo concentrada en una política identitaria y en un juego inconducente respecto de sus quorum, desconociendo la voluntad de la población de que —como evidencia la encuesta— se avance en grandes y amplios acuerdos. Por último, los candidatos presidenciales aún no logran plantear proyectos convocantes; hasta ahora sus planteamientos han sido más bien intrascendentes.
Pero la desconfianza en la política se deja entrever no solo en la baja confianza que suscitan el Congreso y los partidos —un 8 y 4 por ciento, respectivamente—, sino también en el hecho de que todas las figuras políticas, salvo Sebastián Sichel y Michelle Bachelet, tienen una evaluación negativa superior a la positiva. En una campaña que está completamente abierta, este hecho constituye una buena noticia para el candidato de Chile Podemos +, sobre todo porque, en un contexto de baja confianza institucional e interpersonal, los carismas personales pueden jugar un papel relevante de cara a la elección. Más todavía cuando solo un 13 y un 11 por ciento de los consultados afirman que votarían por Boric y Sichel, respectivamente; los demás postulantes aparecen aún más rezagados.
La crisis de octubre de 2019 parece haber ido perdiendo relevancia a ojos de la población. Si en diciembre de ese año un 62 por ciento apoyaba las manifestaciones de entonces, ahora esa proporción es menor en 20 puntos. Al mismo tiempo, pensiones, que emergió en esa época como problema principal, ha retrocedido como primera preocupación, cediendo su lugar a la más habitual delincuencia, robos y asaltos, que había retrocedido mucho en diciembre de 2019.
Contrariamente a la desproporcionada retórica que ha justificado políticas como el cuarto retiro, la proporción de ciudadanos que señala que su situación económica es buena o muy buena es la más alta desde fines de 2007, alcanzando un 31 por ciento. Complementando este guarismo, el porcentaje que afirma que su situación es mala o muy mala es el más bajo desde el mismo período. Por cierto, pueden estar influyendo en esta percepción los retiros anteriores, pero probablemente sea un fenómeno afectado más bien por el Ingreso Familiar de Emergencia y la importante recuperación del empleo, consecuencia a su vez de la creciente apertura de la economía. Sostener este ánimo no será una tarea fácil, lo que plantea un complejo desafío para el gobierno que asuma en marzo próximo.