Señor Director:

La Sala del Senado aprobó en general el proyecto de ley que reforma el Código de Aguas, por unanimidad, la que se repitió en las comisiones de Recursos Hídricos y Hacienda esta semana. Como se ve, quienes antes se oponían ahora lo apoyan. ¿Qué ha pasado? Es el diálogo democrático que se produjo al interior de la comisión de Constitución del Senado en los meses anteriores lo que allanó el camino.

Si revisamos un tema álgido de la discusión, como las causales de extinción de derechos de aguas, si bien triunfó la opinión de mantener esa idea de fondo (con la resignación de quienes se oponían), la extinción ahora solo operará en situaciones excepcionales, para el caso de titulares de derechos que no cuenten con obras de captación por plazos prolongados o por el no uso de las aguas por tiempos igualmente prolongados.

El temor que había cundido era que la extinción fuese declarada de modo arbitrario, con los bajos estándares de los procedimientos y contencioso administrativos actuales.

Pero los integrantes de la comisión de Constitución, en conjunto con el colegislador (Gobierno, con la presencia permanente del ministro de Obras Públicas y del director general de Aguas), realizaron un esfuerzo dirigido a mejorar el procedimiento de extinción, tal como lo exige la Constitución. Así, el Gobierno proveyó propuestas de acuerdo; los senadores que promueven la reforma, quienes son mayoría en la comisión y en el Congreso, aceptaron siempre el diálogo y se abrieron a discutir esas mejorías (sin renunciar por su parte al fondo de la reforma); los senadores opositores iniciales al fondo de la reforma, resignados, se focalizaron en intentar mejorar el procedimiento de extinción. Resultado: las disposiciones de procedimiento con mejores estándares fueron aprobadas por unanimidad al interior de la comisión.

Y así en varios temas del proyecto, ofreciendo un raro y admirable ejemplo democrático de búsqueda y logro de acuerdos. No obstante ello, quedaron disposiciones relativas a derechos de aguas consuetudinarios, que serán perjudiciales para sus titulares y que no fueron revisadas siguiendo ese modelo de diálogo. La Sala del Senado es el próximo paso.

Alejandro Vergara Blanco