Señor Director:

En las actuales circunstancias que vive la humanidad (megacrisis), cuando el consumo de drogas y el narcotráfico alcanzan índices gigantescos, cabría preguntarse el porqué de este fenómeno. Y la respuesta no es difícil de hallar si tenemos el coraje de enfrentar la realidad que se oculta tras él.

Esa realidad es que el tan ansiado bienestar que buscábamos lograr con este modelo de civilización industrial no es tal. Al contrario, pues las formas de vida que nos ha impuesto el constructo tecnológico y económico han ejercido una fuerte violencia sobre la naturaleza humana, al punto de que el bienestar se ha convertido en malestar crónico.

La ciudad humana se ha vuelto desmesurada y desoladora y cada día más peligrosa.

Todos estos despropósitos han generado la tendencia a paliar el malestar con el consumo de drogas. Y como vivimos en un mundo eminentemente económico, esa tendencia ha generado un mercado, uno más en esta economía “social” de mercado.

Con estas premisas cabe preguntarse si este grave problema tiene solución. Obviamente si los humanos siguen impulsando este mismo modelo de civilización acosados por el malestar que genera y desconociendo la vía espiritual que les permitiría superarlo, el narcotráfico seguirá siendo un próspero negocio.

El bienestar que afanosamente hemos buscado sin hallarlo no se logra bañándose en agua caliente en la mañana ni salvando distancias en un vehículo motorizado. Ese bienestar es interior y trasciende las contrariedades de la vida. Es la causa más profunda del equilibrio psíquico y físico. Todo ser humano tiene, en principio, la posibilidad de acceder a ese núcleo de la conciencia que es nuestro Sí-Mismo, nuestro “Self”, nuestra verdadera identidad. La práctica de la meditación, entre otras, es el medio instintivo del reciclaje psíquico humano. La droga roba artificialmente el bienestar psíquico y físico del equilibrio perdido. Afortunadamente, junto al consumo de la droga son cada vez más numerosos los que descubren su tesoro interior.

Gastón Soublette