Señor Director:

Uno de los peores ejemplos —entre muchos— del deterioro en la función parlamentaria es la propuesta de algunos de rebajar el impuesto a los combustibles.

Cuesta creer que, por unos pocos titulares y votos, algunos parlamentarios se entusiasmen con una propuesta tan profundamente destructiva. Es altamente regresiva. Cerca del 80% de este impuesto lo paga, directa o indirectamente, el quintil más rico de la población. La disminución de la recaudación fiscal, de unos US$ 1.000 millones anuales, va en detrimento directo de los programas de ayuda social a los más necesitados.

Esta reducción incentiva además el uso de combustibles fósiles, y por ende el deterioro medioambiental que ya estamos viviendo a niveles graves.

Ojalá esta propuesta sea detenida en el Congreso o por veto presidencial.

Sería muy útil, asimismo, que los periodistas les pidan a los y las candidatos y precandidatas presidenciales que se pronuncien en esta materia, pues su respuesta nos proveería un “test ácido” acerca de su seriedad como estadistas.

Mario Waissbluth
Centro de Sistema Públicos, Universidad de Chile