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Editorial
Jueves 15 de julio de 2021
Crecimiento económico insostenible
De no mediar eventos extraordinarios, la positiva cifra de 2021 será solo una excepción.
En su último Informe de Finanzas Públicas, la Dirección de Presupuestos pronostica que el crecimiento de la actividad en 2021 anotaría un 7,5%, es decir, 1,5 puntos por encima de la estimación previa. La mayor proyección se explica por distintos factores. En primer lugar, el texto identifica en el proceso de vacunación —el 70% de la población objetivo lo ha completado— uno de los pilares de una acelerada reactivación. Esto, pues permitiría un relajamiento de las restricciones sanitarias, elemento clave en la crisis económica
Las expansivas políticas fiscales y monetarias adoptadas son otro factor de reactivación. Los datos son claros en demostrar que el extraordinario aumento del gasto fiscal —resultado de una profunda transformación de la red de protección social que no se diseñó para ser permanente— puede explicar la mayor variación esperada de la demanda interna para este año (12,6%). Así, en perspectiva, los más de 101.000 millones de dólares de gasto para 2021 representan una inyección de recursos histórica, que evidentemente es insostenible.
Del mismo modo, los distintos programas de liquidez activados por el Banco Central han brindado estabilidad al mercado financiero, fuertemente afectado, primero, por la violencia de 2019 y, luego, por la pandemia. Si bien la autoridad monetaria comienza a normalizar sus políticas, por lo menos durante 2021 se espera que los recursos en el sector financiero sirvan de plataforma para sustentar una mayor actividad.
El mejoramiento de los términos de intercambio emerge como un tercer factor tras las mejores cifras. El precio del cobre se proyecta en un valor promedio de US$ 4,11 la libra para 2021, 47% por sobre lo registrado en 2020. De validarse dicho número, permitiría a la minería impulsar fuertemente la economía durante el segundo semestre.
Las proyecciones suponen que el dinamismo de la actividad se extenderá en los siguientes meses. No obstante, la incertidumbre inherente al proceso de recuperación impone cautela respecto de la futura evolución de la economía. Sin duda, Chile durante 2021 crecerá a una tasa importante, pero nada hace pensar que esto será sostenible, toda vez que el país enfrenta circunstancias complejas.
En primer lugar, las deficiencias en el marco fiscal continúan ampliándose. Como resultado de la extensión de la red de protección social —para 2021 se prevé el desembolso de US$ 23 mil millones solo en transferencias directas—, el reporte pronostica que el gasto del gobierno central alcanzará el 30,5% del PIB a finales de 2021, implicando un crecimiento del 27,3% (real) respecto de 2020, y del 16,9% respecto de lo estimado en el informe del primer trimestre. En conformidad con lo anterior, el déficit efectivo y el estructural consignarían el 7,1% y el 9,5% del PIB, respectivamente, aumentando en más de tres puntos en relación con las proyecciones anteriores. De este modo, las crecientes necesidades de financiamiento implicarían que en 2021 la deuda bruta exceda el 34% del PIB, superando en un punto la estimación del reporte anterior.
En cuanto a las predicciones de mediano plazo, el texto de la Dipres indica que a partir de 2022 debiera iniciarse una senda de consolidación fiscal impulsada por favorables proyecciones macroeconómicas. En base a esto, el informe prevé que en 2025 la deuda bruta alcanzará el 38,5% del PIB, un punto por debajo de la estimación del primer trimestre (39,5%). Sin embargo, una inspección de los distintos programas de gobierno de los candidatos presidenciales hace tal situación poco probable. La espiral de gasto iniciada el último trimestre de 2019 y sostenida durante 2020 no ha logrado ser contenida en 2021, sino que, por el contrario, se ha acelerado. Por supuesto, el año electoral ha sido funcional a ello. Es de esperar que las próximas fechas de término de algunos programas sociales se respeten.
Ahora, en cuanto al crecimiento, las proyecciones del nuevo informe dejan en evidencia un complejo futuro. Para 2022 se estima una variación anual del 2,9%, que disminuye gradualmente, hasta alcanzar el 2,5% en 2025. Con esto, el PIB per cápita nacional se mantendría casi inamovible, extendiendo la sequía de crecimiento que ha experimentado Chile durante gran parte de la última década. Si se suman las proyecciones del PIB tendencial (variación inferior al 2% anual entre 2022 y 2025), queda claro que, de no mediar eventos extraordinarios, la positiva cifra de 2021 será solo una excepción.