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Editorial
Viernes 25 de junio de 2021
Tipo de cambio al alza
El diferencial entre su actual valor y el que tendría en un escenario de fortaleza institucional probablemente se mantendrá por los próximos meses.
La alta volatilidad en el tipo de cambio nominal ha sido una característica habitual del mercado cambiario local en los dos últimos años. Así, por ejemplo, mientras los disturbios sociales de octubre de 2019 y el inicio de la emergencia sanitaria estuvieron acompañados por el aumento en el precio del dólar —solo en noviembre de 2019 superó los $850—, la llegada de las vacunas y la pronta recuperación del gigante asiático implicaron una caída en el valor de la divisa norteamericana, la que se ubicó incluso por debajo de los $700 entre marzo y mayo del año en curso.
Tal volátil tendencia ha estado también acompañada por inestabilidad en la trayectoria del tipo de cambio en el corto plazo. Precisamente, si a inicios de esta semana el indicador sugería un fortalecimiento del dólar frente al peso chileno, con la divisa alcanzando un máximo de $756,7, ello dio paso luego a importantes reducciones diarias que dejaron su valor en niveles incluso por debajo de los $730.
Tanto en las variaciones de tendencia como en los cambios diarios influye una diversidad de factores. En primer lugar, la coyuntura política nacional, que ha sumado incertidumbre y, por lo tanto, presionado al alza el tipo de cambio. De hecho, se estima que en un escenario de normalidad y fortaleza institucional, aquel se situaría entre $60 y $100 por debajo de su valor actual. Dicho diferencial debería acompañar a nuestra economía al menos mientras no exista mayor claridad respecto de la evolución del proceso constituyente y la elección presidencial de noviembre.
También en el plano local, y en lo que representa una fuerza (al menos en lo inmediato) en dirección contraria a la anterior, es necesario incorporar como factor las acciones de la política fiscal. En particular, en respuesta a las demandas financieras de corto plazo (mayores a las previstas inicialmente), el Ministerio de Hacienda anunció recientemente una mayor subasta de dólares para este mes (pasó de US$ 3.000 millones a US$ 3.900 millones) para hacerse cargo de las obligaciones de financiamiento. Así, la acción del fisco interrumpió la tendencia creciente del indicador, moderando el valor relativo de la divisa internacional en el cortísimo plazo. A esto además se ha sumado la posibilidad de que el Banco Central anticipe un aumento en la tasa de interés, lo que podría incrementar la demanda de pesos. Sin embargo, continúa la preocupación de largo plazo por factores como la imposibilidad de que el Estado logre controlar el gasto, el impacto sobre la estabilidad del sistema financiero local de un eventual desmantelamiento del sistema de pensiones y la decisión de la autoridad monetaria respecto del momento exacto en que se comenzará a restituir sus herramientas de política. Por lo tanto, y más allá de la volatilidad de corto plazo, todos los factores apuntan a extender las presiones al alza sobre el tipo de cambio en el mediano plazo.
La evolución del complejo escenario internacional también es un factor. En primer lugar, las medidas de China para contener la espiral en el precio de los commodities han afectado la valoración del cobre. A pesar de los aumentos de los últimos días, el valor del metal rojo se encuentra aún cerca de un 10% por debajo del observado en la segunda semana de mayo, lo que ha presionado al alza al tipo de cambio. Con esto, China demuestra su poder en los mercados internacionales, lo que se espera se prolongue más allá de 2021. Por su parte, la recuperación económica de Estados Unidos ha elevado el nivel de precios —en mayo de 2020 la inflación alcanzó el 5%— y las expectativas de inflación. Por de pronto, la Reserva Federal ya anunció el adelantamiento, desde 2024 a 2023, de los aumentos en la tasa de interés rectora de la primera economía del planeta. Estos factores han favorecido una aversión al riesgo a nivel global, resultando, nuevamente, en una apreciación también global del dólar.
En definitiva, frente al escenario local e internacional, la volatilidad de corto plazo y la tendencia al alza en el mediano plazo del tipo de cambio deberían continuar. Y si bien la competitividad del país depende del tipo de cambio real, la evolución de su contraparte nominal no debe ser obviada. De uno u otro modo, esta revela el relativo retroceso económico e institucional que ha experimentado Chile durante el último año y medio.