Chile es un país culturalmente diverso. Según el Censo 2017, cerca de un 12,4% de su población se autoidentificó como miembro de un pueblo originario. El Departamento de Extranjería y Migración, por su parte, ha revelado que un 7,8% de la población corresponde a grupos migrantes radicados en el país. Así, en torno a un 20% de la población pertenece a pueblos y culturas diversas.
La reciente elección de representantes de los pueblos originarios, con escaños reservados para la Convención Constituyente, instaló de manera crucial el tema de la interculturalidad y de la necesidad de considerar las cosmovisiones, tradiciones y formas de vida de dichos pueblos al momento de definir nuestra Carta Magna. La situación de exclusión de los pueblos originarios se relaciona con una demanda por reconocimiento, derechos e integración intercultural en distintos ámbitos de la vida en sociedad.
Este momento histórico que está viviendo Chile ha interpelado a todas las instituciones del país —incluidas las de educación superior— a impulsar iniciativas orientadas a promover reconocimiento, diálogo intercultural y movilidad social de dichas comunidades. Atendiendo al rol fundamental que cumplen en la formación de personas, la generación de conocimiento, y en última instancia, a la promoción de nuevas generaciones de líderes para el país, las instituciones de educación superior no pueden quedar ajenas a este propósito. En Chile existen varias instituciones de educación superior —tanto en el norte como en la región de La Araucanía— que ya tienen un importante camino recorrido en esta materia y de las cuales tenemos mucho que aprender.
En la UC, actualmente contamos con más de mil estudiantes, cincuenta profesores y doscientos profesionales, personal administrativo y trabajadores procedentes de pueblos originarios. Hay también un número significativo de representantes de grupos migrantes. Con el objeto de aumentar esta presencia, vamos a diseñar e implementar un conjunto de iniciativas que permitan promover de manera global la incorporación a la comunidad universitaria de un número significativo de personas que se autoidentifiquen con pueblos originarios o que pertenezcan a grupos migrantes, promoviendo la formación desde el pregrado, transitando hacia la formación de posgrado y a través de la contratación de académicos pertenecientes a estos grupos.
De esta manera, fortaleceremos este programa de admisión inclusiva, aumentando sus vacantes en todas las carreras de la universidad, disminuyendo las barreras de selección a través de sistemas de admisión especial, en el marco de una nueva oferta curricular. Ello estará articulado con un robusto sistema de tutorías y acompañamiento académico a lo largo del proceso de formación y un programa de semillero que permitirá identificar tempranamente jóvenes con alto potencial para proseguir estudios de doctorado.
En todas estas iniciativas jugarán un rol clave nuestros estudiantes, profesores y los profesionales y personal administrativo que pertenecen a los pueblos originarios y comunidades migrantes. Ellos formarán parte esencial de un equipo de trabajo que elaborará una política de promoción de interculturalidad en la UC, en la que participarán autoridades, profesores, representantes estudiantiles, la pastoral y otros miembros de nuestra comunidad universitaria. Promoveremos el desarrollo de investigación, la creación artística y generación de conocimiento, abordando así los desafíos relativos a la interculturalidad. En estas tareas, el Centro de Estudios Interculturales Indígenas (CIIR) —con financiamiento del programa Fondap de la ANID— y académicos de nuestro campus Villarrica van a desempeñar un rol clave.
En síntesis, aspiramos a impulsar un cambio cultural profundo en nuestro entorno universitario y por esta vía contribuir a reconocer y valorar la interculturalidad como un aspecto distintivo de nuestra sociedad. Esta es una tarea pendiente de la cual queremos hacernos cargo. Es un gran desafío por asumir al interior del sistema de educación superior del país.
Ignacio Sánchez D.
Rector Pontificia Universidad Católica de Chile
Roberto González G.
Profesor titular, Escuela de Psicología Pontificia Universidad Católica de Chile