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Editorial
Martes 15 de junio de 2021
Deliberación sobre sistemas de salud
La tentación de eliminar la libertad de elección de las personas puede traer consecuencias inesperadas para el Estado, los profesionales y los pacientes.
La preocupación por la atención de salud que reciben los chilenos no ha amainado en estos años. Más bien, todo indica que va en aumento el interés de la gente por contar con una atención de mayor calidad, esto es, que sea más oportuna, con el profesional indicado y que resuelva de forma expedita los problemas. Pero hasta ahora no se han presentado propuestas realmente renovadoras, sino que, más bien, se llevan a cabo ejercicios intelectuales que giran en torno a las viejas ideas de un Estado capaz de realizar mejores atenciones que las que ha otorgado el sistema público hasta ahora, sin que se detalle la forma en que podría operar uno verdaderamente remozado. Buena parte de la discusión ha estado entrampada en debates puntuales de algunos aspectos del sistema de salud, pero rara vez se ha intentado un análisis completo, del todo orgánico en su conjunto, con una visión sostenida en sólidas evidencias y con ánimo de innovación.
Todo sistema de salud tiene al menos tres componentes, uno de los cuales es el que corresponde al financiamiento y las disposiciones legales. Pero luego debe haber un segundo, que se ha ido perfeccionando y desarrollando durante el siglo pasado, y se refiere a un sistema de seguros, de modo que cada persona paga una cuota a cambio de que se le cancelen los gastos en caso de enfermedad, incluido el pago de su sueldo cuando no pueda trabajar por razones de salud. Y el tercer componente está representado por la red de prestadores, que constituyen una enorme variedad de profesionales, médicos, dentistas, kinesiólogos y muchos otros que, junto a los consultorios, los hospitales, las clínicas, laboratorios, farmacias y demás conforman los grupos que prestan la atención necesaria.
Respecto del primer elemento, existen muchas variaciones de país en país. En Chile desde hace cerca de 40 años es obligatorio cotizar el 7 por ciento de los ingresos mensuales, con el tope imponible cercano a las 82 UF. Quienes quieran contratar un seguro más caro pueden hacerlo agregando sumas por encima de las establecidas, pero esa es parte de la libertad de elegir que tiene garantizada cada persona en la actualidad. Los aseguradores son múltiples, algo que es relativamente común en muchos países, pero se advierte una tendencia a reunir en una sola mano la función de asegurar a los pacientes y pagar a los prestadores por sus atenciones. Asimismo, estos aseguradores se encargan de pagar los ingresos perdidos por enfermedad, lo que ha venido aumentando en Chile hasta convertirse en un problema serio, pues las isapres destinan más de un tercio de las cotizaciones a este rubro y el Fonasa más de la mitad.
La red de prestadores es el último y esencial componente del sistema. Es el más problemático y el más identificado con el sistema de salud. En poquísimos países es esta una red única de carácter estatal, pues en general son múltiples clínicas y hospitales privados, laboratorios y profesionales independientes o empleados de los establecimientos quienes prestan las atenciones. Un pagador único estatal puede mantener la vigilancia y las exigencias sobre los prestadores, pero igual tarea pueden cumplir los aseguradores privados, aunque con menos facultades que el Estado para imponer sus requisitos.
En momentos en que en Chile comienzan a analizarse posibles cambios profundos, será más necesario que nunca que quienes aborden estas tareas puedan examinar el conjunto, pues como todo sistema complejo, las modificaciones producidas en una parte de él pueden afectar seriamente a las demás. La tentación de eliminar la libertad de elección de las personas, por ejemplo, puede traer consecuencias inesperadas para el Estado, para los profesionales y, por supuesto, para los pacientes.