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Editorial
Viernes 30 de abril de 2021
CEP, pandemia y política
A la luz del clima político, ni los resultados ni la incertidumbre que expresan los encuestados pueden estimarse demasiado sorprendentes.
Después de una pausa prolongada, se ha conocido un nuevo estudio de opinión pública del CEP, realizado entre el 12 y el 23 de abril . Debido a las restricciones impuestas por la pandemia, su carácter es muy distinto de los anteriores, que fueron siempre efectuados a partir de entrevistas cara a cara. Esta vez se trató de una encuesta telefónica con una tasa de respuesta de 12,7 por ciento. La anterior, de diciembre de 2019, había tenido una tasa de contestación de 71 por ciento. Este aspecto no se puede dejar de tomar en cuenta al analizar los resultados. Respecto de estos, muestran a una población afectada por la dura coyuntura y que visualiza hacia adelante un panorama incierto. Así, pensando en los problemas que enfrenta el país producto de la pandemia, un 42 por cierto estima que seguimos en el peor momento, mientras que otro 51 por ciento cree que aún falta lo más malo. Considerando el clima político actual, esa visión no sorprende demasiado. Después de todo, los distintos liderazgos no están ofreciendo un camino para los próximos meses y años. En cambio, aparecen enredados en una reyerta de corto plazo respecto de distribuir responsabilidades por la actual situación y asignar nuevos fondos de ayuda, sin una mirada amplia que ponga al centro los intereses ciudadanos presentes y futuros. En este entorno tampoco extraña que la confianza en el Gobierno, el Congreso y los partidos políticos sea paupérrima, alcanzando niveles de nueve, ocho y dos por ciento, respectivamente.
La evaluación de la situación económica también se ubica en rangos muy bajos, algo por lo demás consistente con la enorme contracción económica que ha vivido el país. No deja de sorprender, en todo caso, el contraste entre la percepción respecto de la situación personal y la del país. Así, mientras un 36 por ciento piensa que su situación económica es muy mala o mala, la cifra sube a 70 cuando se trata de evaluar la del país. No cabe duda de que, efectivamente, ha habido en el último año un importante deterioro en las condiciones económicas de los hogares —algo que la encuesta capta bien—, pero la brecha entre ambas percepciones obliga a reflexionar respecto de la forma en que la población recibe y procesa la información sobre la pandemia y sus consecuencias.
Son, por otra parte, muy valiosas las preguntas respecto de las tensiones que se han generado al interior de los hogares, en particular, en lo que dice relación con el cuidado y educación de los hijos. En la submuestra de quienes tienen pareja e hijos, un 49 por ciento reporta algo, bastante o mucha tensión. Las dos últimas categorías reúnen un 37 por ciento. Ello ocurre con más intensidad en los hogares donde la pareja no ha completado la educación media y con menor fuerza en aquellas con educación superior. Es un elemento que también da cuenta del impacto desigual y regresivo del cierre de colegios y escuelas.
La aprobación a como el Presidente Piñera está conduciendo el Gobierno alcanza apenas un 9 por ciento. Un 74 por ciento, en cambio, lo desaprueba. No deja de sorprender que incluso la proporción de las personas identificadas con la derecha que desaprueba la actual gestión más que duplica a quienes la aprueban. Por otra parte, aunque la evaluación positiva y negativa de las figuras públicas poco dice de la adhesión política que generan y menos puede estimarse como intención de voto, los resultados son interesantes. La diputada Pamela Jiles, en particular, ha logrado un alto conocimiento y una evaluación positiva que supera largamente la negativa, siendo la única de los potenciales presidenciables que muestra este desempeño. Cabe hacer notar que el período de realización del estudio coincidió con la fase decisiva de la tramitación del proyecto sobre tercer retiro previsional, tema en el que la diputada ha asumido un alto protagonismo. Sugerente es que, aunque ese proyecto fue apoyado por toda la oposición y una parte de Chile Vamos, solo la parlamentaria humanista parece capitalizarlo en términos de valoración ciudadana.
A pesar del castigo al Gobierno, cuatro presidenciables del oficialismo aparecen en posiciones también expectantes: los alcaldes Joaquín Lavín y Evelyn Matthei, el exministro Sebastián Sichel y el expresidente de RN Mario Desbordes, aunque los dos últimos tienen un relativamente bajo conocimiento público y la edil registra un rechazo algo más alto (en los otros tres, la evaluación neta es negativa pero acotada, de hasta menos nueve puntos). En tanto, el alcalde y candidato comunista, Daniel Jadue, aparece con un alto rechazo (la evaluación neta es de menos 25 por ciento). Finalmente, las figuras presidenciales de Unidad Constituyente (Ximena Rincón, Heraldo Muñoz y Paula Narváez) aparecen débiles: son poco conocidas y con evaluaciones netas negativas de menos 13 por ciento o peores. Tales números sugieren que, a menos de seis meses de esa elección, el escenario presidencial sigue lejos de consolidarse, particularmente en la oposición.